En algún pasaje, quizás un breve haiku contenido en el libro Apuntes sobre el cinematógrafo de Robert Bresson, el autor usa la metáfora de unas flores que mueren al ser capturadas con la cámara y reviven al ser proyectadas sobre la pantalla. Para el realizador Volker Schlöndorff, las imágenes del cine se condensan en una íntima galería de pinturas que cada espectador guarda en su pensamiento, a partir de tales visiones también se construyen identidades.
Quizás Schlöndorff no lo sepa, pero muchas de las imágenes de su cine recorrieron en diversos formatos, del 35 mm. al VHS, y de éste al DVD, gran parte de los cineclubes que durante algún tiempo existieron en distintas facultades de la UNAM, entre los años 80 y 90, formando nuevas identidades y generando nuevos imaginarios personales.
Como hombre de indentidades múltiples, Schlöndorff surge en el boom de la Nueva Ola de Cine Alemán de los años 70, ese grupo de cineastas innovadores que rompió con los esquemas de los géneros para renovar las formas del lenguaje cinematográfico; autores como Werner Herzog, Rainer Werner Fassbinder, Margarethe Von Trotta, Alexander Kluge y Wim Wenders, entre otros.
Identidades y cine
En entrevista, el director alemán nos habló sobre narrativas, visiones y sus obsesiones personales. Para él, un creador en busca de su identidad es como un actor que intenta adecuarse al guión que le han puesto en frente. Estamos nuevamente ante el tópico del hombre en perpetua búsqueda de su identidad, o en palabras del propio Schlöndorff:
“Si tienes una identidad única entonces todos los demás son otro, lo cual significa que son diferentes y la Otredad es el origen de todas las guerras. Pero si tú tienes una identidad múltiple y todos alrededor de ti tienen una identidad múltiple, entonces todo se torna combinaciones químicas, te conviertes en una personalidad múltiple, puedes tener contacto con diferentes tipos de personas. Y básicamente esto es lo que es la sociedad humana, una especie de sinapsis”, detalla el director de El tambor de hojalata.
Violencia y diplomacia
Para continuar, Schlöndorff habló de la violencia en el mundo actual que a su modo de ver le recuerda mucho a la violencia de siempre, como la de aquellos días de la segunda guerra mundial, tópico sobre el que reflexiona en su último trabajo Diplomatie (Diplomacia, 2014), que todavía no se estrena en México. En este último trabajo aborda el dilema al que se enfrentan el general alemán Dietrich von Cholitz y el cónsul sueco Raoul Nordling, quienes tienen en sus manos la destrucción de París:
“Visité Francia por primera vez, diez años después de la guerra, después de haber crecido en Alemania donde cada ciudad había sido bombardeada y destruida. Así que pensé que toda esta historia del general alemán que no destruyó París debía tener un carácter noble al salvar la ciudad francesa. Durante mucho tiempo creí que este hombre había actuado por una suerte de humanismo oculto, posteriormente al investigar descubrí que había sido un verdadero villano genocida y que si no había destruido París se había debido a una mera ironía del destino y a la habilidad diplomática de otros. Por cierto, en los años 60 hubo una película llamada Paris Burning, que relata la misma historia”, explica el cineasta.
Imágenes del pensamiento
¿Cuáles son algunas de las imágenes de la historia del cine que más han marcado a Volker Schlöndorff?
“Empezaré con las violentas: pienso en las escaleras de El acorazado Potemkin de Sergei M. Eisenstein, pienso en una imagen poética y pastoral en Partie de campagne (Una salida al campo) de Jean Renoir, casi como una pintura impresionista. Luego me viene a la mente una imagen de Herzog, aquella visión del barco ascendiendo por una montaña en Fitzcarraldo. Pienso en esa visión del Monument Valley en La diligencia (Stagecoach) de John Ford. Recuerdo un close-up, la primera aparición de Claudia Cardinale en El Gatopardo; ella abre la puerta y revela toda su belleza.
“Podría seguir por horas con esto porque soy una especie de enciclopedia viviente de películas, pero debo decir que estas imágenes citadas, para mí consisten en pinturas tomadas de una galería interna, como si fueran de Caravaggio, Rembrandt o Van Gogh. En esta mente colectiva que todos compartimos, tenemos, por supuesto, los girasoles de Van Gogh, pero también poseemos muchas imágenes de películas”, rememoró.
La imagen 3D
Al igual que algunos de sus colegas como Werner Herzog o Wim Wenders, que han explorado las posibilidades del 3D como lenguaje estético, más allá de su uso como mero efecto visual, Schlöndorff se mostró interesado en la posibilidad de incorporar este recurso a su poética cinematográfica:
“Pina de Wenders me intrigó mucho en lo que respecta al uso del 3D, especialmente para los close up; porque en vez de mirar directamente a la imagen en dos dimensiones, todo se vuelve como apreciar una escultura. Las cabezas de las bailarinas eran esculturas y en ellas podían distinguirse las orejas y la nariz. Es una experiencia diferente de mirar el rostro humano. Yo estaría interesado en emplear 3D en una película como Death of a Salesman (Muerte de un viajante), donde tenemos una familia en una casa, pero no en historias del espacio exterior, sino en un espacio íntimo”.
Imágenes e identidades mexicanas
Para concluir, el alemán declaró no conocer suficiente cine mexicano, más allá de los cineastas nacionales ya consagrados en Hollywood: Iñárritu, Del Toro y Cuarón.“Los nuevos realizadores mexicanos me dan mucha curiosidad, he visto a un par pero no a suficientes como para tener una opinión. Me preocupa qué tan bueno sea el contexto actual de México para el desarrollo del cine, es una época muy explosiva; se viven tiempos muy violentos para este país. Al regresar aquí sigo percibiendo esa sensación de que existe una revolución inacabada. Durante la proyección inaugural de FICUNAM atestigüé la protesta por Ayotzinapa previa a la película y dije a mi esposa: éste es el espíritu de México, volátil, una cierta docilidad que en un instante puede tornarse en explosión, producto de una fuerte dignidad latente. Eso es un ejemplo de identidad”, concluyó.
Jorge Luis Tercero
Volker Schlöndorff visitó México, invitado por la Cátedra Ingmar Bergman, para impartir un Taller de Actuación para Cine.