Violentar, provocar, experimentar: el laboratorio teatral de Juan Carlos Uviedo

Borroso, Juan Carlos Uviedo se perdió en la memoria del mundo al grado de que ni su fecha de nacimiento sabemos con certeza: posiblemente 1940. Se sabe también que nació en Santo Tomé, provincia de Santa Fe, Argentina. Se interesó por el teatro y la relación que tiene éste con la sociedad y el cambio político. Fundó en 1976 el Taller de Investigaciones Teatrales (TiT), en donde se reflexionaba acerca de los temas mencionados, pero principalmente se desarrollaba una intensa actividad político-teatral en medio de la represión de la dictadura argentina.

Antes de la fundación del TiT, Uviedo realizó un periplo por España, EE.UU., Guatemala y México. A este último país llegó en 1972, después de ser expulsado por la dictadura guatemalteca, y se albergó en Casa del Lago, donde impartió talleres de teatro y fundó el grupo Ergónico, que presentó durante dos meses un “hecho socio-teatral de creación colectiva” titulado Tu propiedad privada no es la mía, basado en textos de El origen de la familia, el estado y la propiedad privada de Federico Engels.

Como le sucedió en los demás países donde desarrolló su labor artística, en marzo de 1973 el gobierno mexicano deportó a Uviedo, después de secuestrarlo y hacerle los debidos interrogatorios de la época. A su regreso a Argentina, en plena época militar fundó el TiT. Justo en el mismo año (1976) fue encarcelado y finalmente expulsado de su país en 1978. Entonces Uviedo decidió recluirse en un poblado brasileño (São Thomé das Letras), donde pasó el resto de su vida dedicado a labores chamánicas y el trabajo comunitario. Murió en 2009.

El Museo Universitario Arte Contemporáneo reúne en la exposición Con la provocación de Juan Carlos Uviedo un conjunto de documentos misceláneos sobre la actividad teatral de este provocador. La muestra recorre toda su vida, desde que en 1961 se presentó en la Numancia, de Cervantes, con la compañía teatral de Córdoba, hasta entrevistas hechas en Brasil. Acomodados en unos laberínticos estantes de madera, se encuentran programas de mano, recortes de periódicos, fotografías, apuntes de sus alumnos o de él y postales. Son especialmente interesantes las entrevistas hechas a algunos de los miembros del grupo Ergónico y es también muy llamativo el concepto de teatro laboratorio en el que Uviedo basaba su quehacer teatral.

La idea del laboratorio teatral la instauró el director polaco Jerzy Grotowski; consistía en indagar sobre el trabajo del actor, pero con la principal finalidad de que esas indagaciones pudieran ser llevadas a cabo, pudieran ser experimentadas, que no comprobadas. El método de Grotowski era “negativo” es decir, la formación del actor no consistía en enseñarle a actuar sino en “eliminar la resistencia que su organismo opone a los procesos psíquicos”, en consecuencia había una liberación: “El actor se entrega totalmente, es una técnica del ‘trance’ y de la integración de todas las potencias psíquicas y corporales del actor” (“Hacia un teatro pobre”, 1965).

Uviedo retomó el intenso trabajo psicofísico propuesto por Grotowski y añadió el elemento político del teatro. Se trataba, al igual que lo proponía Grotowski, de dar al público muchas posibilidades de ver el acontecimiento teatral, pero también de violentarlo en todos los sentidos, y de esa violencia debe surgir una acción política. Naturalmente los blancos de las críticas de Uviedo eran siempre el mercantilismo exacerbado y la represión política y sexual. Su estilo provocaba tal escozor que en los anuncios de las obras que dirigía en vez de anotar “con la dirección de Juan Carlos Uviedo”, colocaba “bajo la provocación de Juan Carlos Uviedo”.

Toda una vida dedicada a transgredir evoca una reflexión de Grotowski que seguramente dio sentido a Uviedo: “¿Por qué nos interesa el arte? Para cruzar nuestras fronteras, sobrepasar nuestras limitaciones, colmar nuestro vacío, colmarnos a nosotros mismos. No es una condición, es un proceso en el que lo oscuro dentro de nosotros se vuelve de pronto transparente. En esta lucha con la verdad íntima de cada uno, en este esfuerzo por desenmascarar el disfraz vital, el teatro, con su perceptividad carnal, siempre me ha parecido un lugar de provocación. Es capaz de desafiarse a sí mismo y a su público, violando estereotipos de visión, juicio y sentimiento; sacando más porque es el reflejo del hálito, cuerpo e impulsos internos del organismo humano. Este desafío al tabú, esta transgresión, proporciona el choque que arranca la máscara y que nos permite ofrecernos desnudos a algo imposible de definir” (“Hacia un teatro pobre”, 1965).

 José Alfredo Valerio Luna

La exposición se presenta en el Museo Universitario Arte Contemporáneo hasta el 2 de agosto de 2015. Horarios de visita en www.cultura.unam.mx.