“Si no he podido salir a dar función es porque tengo miedo de mi propia mentira”, confiesa Sir Ko a la cámara desde una pantalla enorme que lo comunica con los espectadores del Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Pocas veces se ha escuchado a un payaso lanzar chistes más sombríos que los del Guasón del cómic Batman: The Killing Joke, de Alan Moore, o los de Pennywise en It, de Stephen King, como lo hace este clown.
Sir Ko, la vida es un acto no premeditado, es un espectáculo protagonizado y dirigido por el actor Gerardo Trejoluna, en el que teatro, performance y cine combinan sus lenguajes para exponer el proceso creativo de un actor y reflejar las dudas existenciales de cualquier ser humano, según explica el mismo Trejoluna.
“Siempre que hablo siento que las palabras que salen por mi boca esconden otras que son más reales…”, nos confronta desde los camerinos del teatro el payaso que ha decido aislarse para no dar su función, porque de eso se trata también su show, de trastornar y experimentar con los mecanismos de la puesta en escena a partir de un capricho casi felliniano, casi anarquista.
Trejoluna, quien ha trabajado en obras como Cuentos de niebla, relata que para crear Sir Ko pensó en un clown que estuviera inspirado en su personaje en Tom Pain (una obra basada en nada), montaje en el que estuvo bajo la dirección de Alberto Villarreal. A partir de esa materia prima, reunió elementos para lograr un personaje burlesco que pudiera hablar sobre la muerte y la tristeza sin la solemnidad de un filósofo.
“Me pareció que el clown me permitía esa suerte de inocencia. Necesitaba una figura que pudiera repercutir en la gran máscara del teatro, en esa exageración de personajes que es”, explicó con una voz suave y directa, que en nada se parece al sombrío tronido aguardentoso de su clown poeta.
La obra también se nutre de silencios y tiempos muertos que ayudan a generar atmósferas. Cuando no hay payasos en escena, una actriz vestida de staff recorre el escenario y ajusta los instrumentos de la función que Sir Ko no quiere ofrecer, mientras que desde las pantallas escuchamos al clown hacer bromas de doble filo, cargadas de un componente oculto, que se combinan con reflexiones propias o líneas de autores como Clarice Lispector, José Watanabe, Andrei Tarkovsky, Peter Handke, Samuel Beckett y Federico Fellini. Entre todo este coro, nunca faltan las bromas.
“¿Cuándo empieza la vida de una lechuga? ¿Cuando la siembran, cuando nos la comemos o cuando…?”, recita Sir Ko mientras hace el ademán de algo que sale por su trasero. Él da voz al mismo tiempo al actor y al payaso, a un hombre que en medio de una crisis escénica decide no salir al escenario, mientras tras bambalinas -donde los ojos del público no pueden mirar-, la acción genera una trama festiva llena de personajes fantásticos.
El teatro se transforma en un pequeño circo como sacado de un filme de David Lynch, quizás del Club Silencio de Mulholland Drive, por el que transitan sueños, sombras, imágenes disonantes y una escena tomada de Los payasos de Fellini.
Gerardo Trejoluna comparte que ideó este proyecto a partir de una necesidad de salir de las fronteras del teatro, por eso la obra también habla de las problemáticas de ser actor, desde una presentación que involucra al cine.
Lo que el público ve es un espectáculo escénico híbrido entre lo teatral y lo cinematográfico, donde en sólo un par de locaciones se rodó previamente. El resto, asegura Trejoluna, es pura Tramaturgia, palabra con la que él denomina su idea de teatro, lograda in situ.
“Si queremos que el mundo siga adelante, debemos tomarnos de las manos. Debemos mezclar lo que se considera sano y lo que se considera enfermo”, recita el payaso en uno de los momentos cúspide de la obra, al apropiarse de las palabras de Dominico, el lunático del filme Nostalgia, de Tarkovsky. Hechizo que le permitirá renacer desde el escenario en un ritual que dejará a los espectadores con la boca abierta.
Jorge Luis Tercero
La obra se presenta hasta el 30 de abril en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Consulta horarios en www.cultura.unam.mx.