Un grabado fue el detonante de la Independencia de Estados Unidos de Norteamérica. En 1770, el platero Paul Revere documentó el abuso de las tropas británicas cometido a ciudadanos estadounidenses en una obra denominada La masacre sangrienta. Esta imagen, a la que el mismo Revere agregó texto para difundir el suceso, provocó la molestia popular que dio como resultado la Guerra de Independencia cinco años después, asegura Amy Johnston, curadora asistente de la exposición Tres siglos de grabado de la Galería Nacional de Arte de Washington que se exhibe en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
La muestra plantea una revisión del origen de esta técnica artística que con frecuencia ha sido un recurso para la crítica social, pero también una práctica que proporciona libertad creativa a los artistas. Tres siglos de grabado de la Galería Nacional de Arte de Washington está dividida en nueve núcleos temáticos en los que observamos obras que evocan a los indígenas norteamericanos; paisajes; eventos históricos; la curiosidad de los europeos por un mundo percibido como nuevo y extraño; además de siete grabados de artistas mexicanos que marcaron la obra de creadores estadounidenses.
En el primer núcleo denominado “Intercambios trasatlánticos” se explica que el grabado del siglo XVIII fue producto de un intenso intercambio que cumplía una función informativa; en esta sección encontramos piezas elaboradas por Amos Doolitle y Paul Revere. En el segundo núcleo “Expansión, conflicto y nuevos mercados” se muestran escenas históricas, pinturas de género, paisajes y actividades cotidianas de los ciudadanos estadounidenses después de la Independencia.
El tercer núcleo está dedicado al “Grabado artístico”, en el que se muestran trabajos elaborados por James McNeill y Mary Cassatt, que privilegian la originalidad y la expresión artística. En el cuarto núcleo “Armory show” predominan grabados que reflejan las diversas ramas del arte moderno en Estados Unidos, como el realismo urbano con piezas realizadas por John Marin y George Bellows.
“Mirando hacia arriba, mirando hacia abajo” es el quinto núcleo y las obras se centran en las vivencias cotidianas en Nueva York, el retrato de los rascacielos, las penas de los inmigrantes o la vida nocturna de la ciudad.
Las obras realizadas por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, creadores comprometidos con causas sociales y políticas que llevaron su discurso más allá de las fronteras e influyeron en el trabajo de artistas estadounidenses, integran el sexto núcleo. Posteriormente, el núcleo denominado “Guerra y abstracción” contiene una crítica a la guerra y predominan creaciones abstractas como El hombre de hidrógeno de Leonard Baskin.
Trabajos del pop no podían faltar en la muestra; en esta sección nos encontramos con la Marilyn de Andy Warhol, junto a piezas de Ed Ruscha y Roy Lichtenstein. Los años 60 estuvieron marcados por el crecimiento de una contracultura y el rechazo a los valores consumistas, jóvenes artistas lanzaron una propuesta con estilo desenfadado que se refleja en los grabados.
En el último núcleo denominado “Pluralismo” se percibe la inquietud de los artistas por reconocer los diversos orígenes de la población. En esta área destaca un cartel elaborado por el colectivo feminista Guerrilla Girls, que hace una crítica sobre el rol de las mujeres en el arte.
La muestra de grabado más grande que la Galería Nacional de Arte de Washington presenta, en más de 30 años, está conformada por piezas elaboradas entre 1710 y 2010 que demuestran las inquietudes artísticas, sociales, políticas, económicas y culturales de cien artistas.
Mina Santiago
Tres siglos de grabado de la Galería Nacional de Arte de Washington se exhibe en el Antiguo Colegio de San Ildefonso hasta el 2 de mayo de 2017. Consulta horarios en: www.cultura.unam.mx.