Comenzar una antología de cuento argentino citando a Borges y Cortázar sin incluir textos de ninguno de los dos es una apuesta arriesgada. Y, en el caso de la recopilación hecha por Claudia Piñeiro, una maniobra exitosa, pues Tránsitos y apropiaciones es un libro de cuentos que, si por un lado contempla con afecto el legado de dos grandes de la literatura argentina, por el otro se sostiene por sí mismo como un panorama completo del cuento actual en el país sudamericano.
Si bien la distancia cronológica entre los autores es amplia (la mayor nacida en 1936; el menor, en 1983), el rango temporal de los cuentos en sí es bastante compacto: de 1999 y 2003 los dos más viejos, frente a un par escritos en 2014 como los más recientes de la antología.
¿Y qué encontramos en las ficciones breves de quienes podrían ser “los nietos” de Borges y Cortázar? En primer lugar, como la misma prologuista nos advierte, una falta de correspondencia entre la historia argentina reciente y la temática de los relatos. Ni la dictadura, ni la crisis económica de 2001 (con su desfile de presidentes), ni el “kirchnerismo”, ni el Papa Francisco aparecen en las páginas de la antología. Solamente Mempo Giardinelli parte de las torturas ejercidas durante el régimen militar del execrable Videla para desarrollar su historia.
Lo que sí hallamos, en cambio, es el retrato de la aterradora cotidianidad anónima de las grandes ciudades. Por ejemplo, el texto que abre la antología nos muestra lo pavoroso que puede ser “Un día cualquiera” cuando comprendemos que una vida cuyos días son intercambiables se convierte en un infierno existencial. En “Basura para las gallinas”, de Claudia Piñeiro, se delata la insensibilidad, que no es indiferencia sino mecanismo de defensa, que desarrollan los habitantes de las grandes urbes. En “Tiempo de retorno”, con un sabor a destino grecolatino, se dibuja el ritual que conocemos desde hace mucho: el de la ciudad que se traga a sus habitantes.
Una curiosa influencia que se detecta en los cuentos “El pianista” de Ricardo Piglia y “Los que volvieron” de Esther Cross es la de otro representante del cuento, aunque no argentino: el uruguayo Horacio Quiroga. En el relato de Piglia incluso aparece un abogado con dicho apellido; y en el de Cross, aunque la perspectiva es femenina, se siente la influencia del autor de Cuentos de amor, locura y muerte.
Finalmente, hay que mencionar “El amor”, en el cual Martín Kohan recurre a uno de los trucos posmodernistas más sencillos: el de romper estereotipos. Así, en nuestra cultura actual de vaqueros homosexuales, princesas que se transforman en ogros y agentes secretos ingleses carentes de elegancia, el autor hace su contribución con un Martín Fierro gay; el recurso se vuelve tan predecible y simple, que pierde su efectividad.
Tránsitos y apropiaciones es, en suma, un volumen que pertenece tanto a la biblioteca del ávido “devoracuentos”, como al estante del estudioso de la literatura hispanoamericana, y al del escritor en ciernes que desea ejemplos de buena escritura. Podemos decir que, lejos de sentirse inhibidos por su gigantesca sombra, los nietos de Borges y Cortázar han sabido aprovechar y desarrollar su legado.
Álvaro Sánchez Ortiz
Tránsitos y apropiaciones, antología de narrativa argentina contemporánea, Claudia Piñeiro (Comp.), Serie Antologías UNAM. Disponible en la red de Librerías de la UNAM.