Existe la noción generalizada de que los humanos somos los únicos seres en el planeta Tierra capaces de contar una historia. Se vienen a la mente tratados sobre la significación, filosofía de la mente o los hallazgos más recientes de la neurología. Sería un absurdo recaer en la ficticia omnipotencia del pensamiento humano como punto de partida para resolver estos argumentos. El mundo natural existe; eso es indiscutible. Su aptitud para narrar la historia del tiempo debería examinarse más de cerca; hay testimonios dignos de ser relatados, observados y reflexionados.
Elena Damiani procura remediar la crisis de la naturaleza y el razonamiento con dos esculturas bastante peculiares. A simple vista, un cúmulo de cilindros y una loseta de piedra descansan con una tranquilidad absoluta en el Patio Norte del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). Al observador agitado le parecerán una adición más a la arquitectura del museo; una visualización más pertinente revelará que estos pedazos de roca están respirando una crónica, son testimonio del paso del tiempo. Con sus grietas sedimentarias, explican el amontonamiento de la existencia. Desde su creación, hasta la actualidad.
La fragmentación y descontextualización que realiza Damiani son interesantes por su ejecución. Una tremenda simplicidad que analizada en su propuesta, revela una complejidad escandalosa. Su obra oscila entre ser un intermediario entre el presente y el pasado; una intersección entre el individuo y el todo; o un simple vistazo a un universo de asociaciones novedosas.
Mauricio Maldonado
Testigos: un catálogo de fragmentos, coproducción con el Museo Amparo, Puebla, se exhibe hasta el 7 de febrero del 2016 en el MUAC. Más información en: www.cultura.unam.mx.