Sobrevivir como un sifonóforo, subsistir como un humano

Al centro de la sala se puede observar, pendiente del techo, un sifonóforo: Reino: Animalia / Filo: Cnidaria / Clase: Hydroza / Orden: Siphonophora

Los sifonóforos son organismos marinos que destacan por su capacidad depredadora que afecta las pesquerías locales, pues arrasan con las especies en estado larvario, perjudicando el desarrollo económico de las zonas pesqueras. Se trata de una colonia de organismos individuales e independientes, llamados zooides; cada uno de ellos tiene un rol tan específico que, fuera de ella, no podría sobrevivir. Mantienen lazos de cooperación muy estrechos, lo cual da a la colonia la capacidad de comportarse como una sola entidad, que emplea la bioluminiscencia como táctica de defensa.

El artista Thomas Glassford reproduce una colonia de zooides en una instalación que se exhibe en el Museo Universitario del Chopo. Se trata de una estructura sifonórica (el calificativo no dice mucho), con la diferencia de que mientras estos organismos coloniales que habitan en el mar son de consistencia gelatinosa, en la pieza de Glassford, que está toda pintada de blanco, pueden palparse diversos materiales que incluyen ramas de árbol y cartón en una refuncionalización de objetos

Debajo del techo y mientras camina entre los tentáculos que cuelgan del sifonóforo, un grupo de hombres y mujeres: Reino: Animalia / Filo: Chordata / Clase: Mammalia / Orden: Primates / Especie: Homo sapiens. Otro grupo de personas que recorre las salas de los demás pisos del Chopo se asoma por las escaleras.

El Homo sapiens también destaca por su capacidad depredadora, pero seguramente hay excepciones. Solía desarrollarse en comunidades; ahora da la impresión de haber devenido autosuficiente. Aunque el Homo sapiens soslaye su carácter colectivo, todavía se desenvuelve mejor cuando trabaja junto a otros humanos. Sus tácticas de defensa resultan de lo más variadas: puede pelearse a puño limpio, también sabe hacer uso de armas biológicas y es hábil experto en ingeniárselas para oprimir a otros.

Thomas Glassford congrega a estos espectadores que ahora preguntan por el sentido de la instalación por la que pasean o a la que ven desde el nivel más alto de la escalera. Siphonophora despierta en ellos preguntas: ¿Qué significa la pieza? ¿Algún día un sifonóforo pisará la tierra? ¿Y si somos atraídos por su luz para ser absorbidos luego? No, les respondería Glassford, esto es un “objeto deliberadamente decorativo”, pero también puede ser potencialmente otra cosa.

Las exhibiciones museísticas que versaban sobre historia natural se quiebran con el trabajo de Glassford, quien parece sugerir que “natural” no es solamente lo que ha estado en el mundo desde siempre, sino que “lo natural” puede recrearse al tomar como materia prima objetos que usamos en el acontecer de la vida; que una exhibición incluye también a las personas que asisten a ella y las hace parte de la vida pública y que a veces no es la supuesta razón la característica que nos diferencia de los animales (por más primitivos que lo sean), sino el ejercicio desmedido de aquella, lo que nos vincula con ellos.

Carina Vallejo

Para ampliar la taxonomía científica que tiene tintes de imaginación y juego, asómate a Siphonophora, instalación que permanecerá expuesta hasta el 24 de julio en la Galería Central del Museo Universitario del Chopo. Más información en www.cultura.unam.mx.