Relación de las drogas con la creatividad y el arte: Reflexión sobre estados alterados de la mente

Un grupo de especialistas de distintos ámbitos del conocimiento y el arte se reunieron para analizar la relación entre las sustancias estimulantes de la mente y la creatividad, durante el seminario Estados alterados: Una reflexión sobre arte, literatura y drogas.

El encuentro abordó cuatro ejes temáticos en torno a la repercusión del uso de sustancias en los ámbitos de la música, la literatura y las artes plásticas. En un primer espacio de reflexión: “Éxtasis: Los viajes del cerebro”, la bióloga Herminia Pasantes habló de la relación de los neurotransmisores y las drogas en nuestros cerebros.

“Alguien puede ser muy inteligente y no necesariamente ser creativo. De dónde viene la creatividad. Cuando alguien está improvisando en música o poesía, qué pasa en su cerebro, qué regiones se activan. Qué pasa cuando alguien está enamorado. Qué sucede cuando alguien presenta un exceso de dopamina”, preguntó Pasantes.

Pasantes explicó que los neurotransmisores cumplen diversas funciones en el organismo: la adrenalina se vincula con la actividad; la dopamina produce placer, aunque también tiene influencia sobre la creatividad; la serotonina trabaja sobre el ánimo; mientras que el GABA se traduce en tranquilidad.

“Las drogas funcionan simulando ser uno de estos neurotransmisores o varios, lo que modifica la actividad del cerebro. Por ejemplo, la psilocilina, que es un alucinógeno, puede trabajar como un falso neurotransmisor al hacerse pasar por la serotonina”, explicó.

La especialista en psiquiatría María Elena Medina-Mora desmitificó la relación entre los artistas y el uso de sustancias como estilo de vida; y la historiadora del arte, María Teresa Uriarte, hizo un breve recorrido iconográfico sobre el uso ritual de las drogas en las culturas prehispánicas.

Surrealismo y drogas

En la mesa “Imágenes y sueños: Los surrealistas”, los especialistas Mariana Aguirre, Armando Casas, Elia Espinosa y Ricardo Pérez Montfort, analizaron diversos aspectos del surrealismo, relacionados con la alteración de la mente.

La investigadora y poeta Elia Espinosa analizó, desde la obra de Gilles Deleuze, el libro Opium: Journal d’une désintoxication, de Jean Cocteau; y examinó sus posibles puentes con el surrealismo de André Breton.

“El personaje del filme Estados alterados viene a México siguiendo los pasos del surrealista Antonin Artaud, para hallar una droga potente que le permita proseguir sus investigaciones; cuestión que lo llevará a atravesar por varias transformaciones y a cruzar las puertas de la percepción”, señaló el cineasta Armando Casas, quien además trazó un mapa mental a partir de imágenes cinematográficas relacionadas con los ojos y su presencia constante en la pantalla grande.

Con ejemplos visuales y videos, Casas saltó de 1980, desde los perturbadores tres ojos del carnero crucificado, que aparecen en Estados alterados, de Ken Russell, hacia 1926, a la escena del ojo mutilado, del Perro Andaluz de Buñuel; para finalmente concluir con las visiones proféticas del filme La fórmula secreta, de Rubén Gámez, o sobre una alucinante secuencia animada de la popular Betty Boop.

Contracultura y sustancias

“Los Beat no fueron los únicos escritores que usaron drogas, hubo otros antes. Cada uno de ellos las utilizó para distintos fines. Por ejemplo, William Burroughs empezó con las drogas porque se aburría. En él no hubo ningún afán trascendental, quería evadirse y se volvió consumidor de heroína, pero logró disciplinar su adicción y vivir hasta los 83. Jack Kerouac fue alcohólico. Comenzaba a beber desde temprano sin control de sí mismo… Mientras que Allen Ginsberg intentó dar al ácido lisérgico un uso con fines estéticos. Fue el mesías que se montó en la cresta de la contracultura de los 60”, refirió Jorge García-Robles, autor de La Bala Perdida (1995) y Burroughs y Kerouac: dos forasteros perdidos en México (2007), al iniciar el segundo día del seminario, en la mesa “Generación Beat”.

Para el cierre, la discusión se dirigió hacia los territorios de la contraculturalidad musical, en la mesa “El club de los 27”, en la que J.M. Servín, Leonardo Tarifeño, Andrés Ramírez y José Luis Paredes “Pacho” debatieron sobre la vida y obra de artistas que se volvieron leyenda por una muerte temprana como Jim Morrison, Kurt Cobain y Amy Winehouse, entre otros.

“Pacho” Paredes leyó un texto donde rememoró sus días de giras y escenarios saturados en el extranjero, al lado del grupo Maldita Vecindad: “Qué pasa a las almas creativas de los rockeros. Quizás se ven expuestas a una sobredosis de aburrimiento y hastío dentro de los grandes circuitos de festivales megaproducidos y salas de espera en hoteles y aeropuertos”, concluyó.

Jorge Luis Tercero