El filósofo Slavoj Žižek dijo alguna vez que era más fácil imaginar el final de los tiempos que el final del capitalismo. Esta afirmación, tan irónica como real, se ve reflejada en los contenidos que consumimos cotidianamente en las películas post-apocalípticas, las series televisivas de zombies y sociedades subterráneas, los manuales de supervivencia contra la hambruna en caso de que las cucarachas decidieran declararnos la Tercera Guerra Mundial, y muchas otras excentricidades parecidas.
Hace poco, fui testigo de uno más de los hijos de esta idea que merece una mención especial y tiempo para discutir, dado que presenta la peculiaridad, acaso no importante pero sin duda curiosa, de que estaba dentro de un museo. Antes del fin del mundo, título que no deja nada a la imaginación, es una instalación del colectivo La Favorita que se presenta en Casa del Lago y que se integra por un huerto artificial verdadero, instalado en repisas metálicas, alumbrado por tubos de frío neón y regado por goteros diminutos dispuestos sobre la tierra.
En algunas televisiones distribuidas en partes aleatorias de la sala se proyectan noticias sobre desastres naturales, entre las plantas hay libros abiertos en páginas específicas en las que hay líneas y oraciones resaltadas que hablan del final del mundo. También hay una despensa llena de enlatados. Todo está como muerto, pero con una vida latente, en pausa.
El tema de la instalación no es difícil de intuir por el título: se trata de un discurso apocalíptico. Aun así, tiene una peculiaridad (además del nada trascendente hecho de que está expuesto dentro de una galería): no se trata de una obra que hable sobre el momento posterior a la destrucción, sino el instante previo. Esto es, que no se trata de una pieza que teorice el final de los tiempos, ni siquiera que los anuncie; habla de la destrucción que ya ocurre (por eso las noticias), producto de la irresponsabilidad del hombre con su ambiente, del ahora. No es postapocalítica, sino preapocalíptica o, lo que es lo mismo, presente. Es una denuncia desde la teorización de lo que puede ocurrir dentro de poco tiempo.
Antes del fin del mundo es diferente de las muestras que proclaman la ruina que no es ni ciencia ficción ni metáfora (los zombies pueden serlo de la corrupción social, de la enfermedad o la guerra), sino de una verdad más urgente y actual que cualquier otra: el cambio climático. Esto supone una modificación de paradigma que el espectador, acostumbrado a la morfología gastada del género, debe apreciar pues da nueva vida (aunque poca) al ya muy gastado discurso de la catástrofe.
Pedro Derrant
Antes del fin del mundo se presenta en Casa del Lago del 17 de marzo al 29 de mayo. Consulta horarios de visita en www.cultura.unam.mx.