Non Gratos Teatro es una compañía mexicana que lleva siete años haciendo montajes comunitarios en diferentes localidades que viven en un contexto de vulnerabilidad. Su más reciente trabajo, Piedra hecha cuerpo, integra en su elenco a trece migrantes, refugiados o ex presidiarios, quienes proponen al espectador un arte de impacto social. Se trata de un grupo de noveles actrices y actores vinculados a procesos creativos de mediano plazo, todo ellos enfocados a construir resiliencia, autoestima y confianza a través del arte.
Este sábado 17 de junio, a las cinco de la tarde en el Salón Juárez del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), se presenta este espectáculo basado en el poema Nocturno de San Ildefonso, de Octavio Paz. En la obra se reflexiona sobre la identidad conectada con la Ciudad de México. En ella se cuentan las historias de los cuerpos de estos personajes trashumantes.
En un cubo se proyectan imágenes de la ciudad y de los cuerpos de las personas que intervienen en la puesta en escena, que es a la vez instalación y performance. Se mezclan testimonios de vida muy personales y el texto del Nobel de Literatura mexicano.
Marco Guagnelli es el director de Non Gratos Teatro y quien diseña la obra, cuya escenografía tiene múltiples intersecciones debido a que son varias las disciplinas que en ella interactúan. Piedra hecha cuerpo es una instalación audiovisual y también es teatro y poesía, explicó en entrevista. “Hay muchos elementos jugando dentro de la pieza para que justo se pueda contar este poema y también se pueda hablar sobre la Ciudad de México, de cómo se la experimenta siendo uno migrante, refugiado o una persona recién liberada”.
“Quiero resaltar que son personas muy humanas -agregó-, que su voz siempre ha sido apagada por otros. El hecho de que tengan un espacio en un foro a través de las palabras de Octavio Paz, es una valiosa oportunidad para que hablen y sean escuchados. Subirse a un escenario y poder expresar sus emociones e identidades es fundamental para ellos, lo que es clave en este espectáculo”.
Guagnelli destacó la importancia de trabajar con personas que han vivido la experiencia que se describe en la obra: “Están de alguna manera intentando rehacer sus vidas aquí en México. De ellos hemos aprendido mucho acerca del fenómeno migratorio, y también a trabajar con gente que se encuentra dentro de un proceso de movilidad. Actrices y actores no profesionales de El Salvador, Honduras, Venezuela, Costa Rica, Haití y otros países latinoamericanos entablan un diálogo con diferentes partes de su cuerpo y, con ello, expanden la metáfora del cuerpo social”.
La compañía inició su trabajo artístico en cárceles con la creación de una big band jazz. Los beneficios tenían que ver con un tema de reinserción, además de que los reclusos aprendían a tocar un instrumento y a ensamblar en una orquesta. Durante la pandemia el proyecto se modificó obligadamente y se pasó al desarrollo de otros procesos que generaban comunidad, identidad y sentido de pertenencia.
La metáfora de Paz “sol hecho tiempo: tiempo hecho piedra, piedra hecha cuerpo…” es punto de partida para esta intervención escénica en la que confluyen una cantante de ópera, actores y actrices en un proceso de integración, así como imágenes de sus gargantas tragando saliva, de sus manos y ombligos, todas ellas acciones performativas de composición visual. “Aquí el ombligo es el símbolo de la pieza porque remite al origen con el que se quiere reconectar”, apunta el director.
Expresión corporal, plástica, poesía, voz, canto y música original se articulan en Piedra hecha cuerpo para escuchar y visibilizar a los que padecen desazón y penurias, seres que buscan comprensión y a los que les anima verse empoderados.
Idea original y dirección: Marco Guagnelli; dirección musical: Sylvie Henry; producción: Salomón Santiago; Integración comunitaria: Andrea Cosette; foto: Miguel Lirola; Asistente de dirección: Silvia Alvarado; Animación: Oona Taper; iluminación: Abimael Méndez; actuaciones: Abdul, Crishna, Nieves, Areli, Israel, Alma, Cosset, Silvia y Sylvie. Entrada libre.
René Chargoy Guajardo