La lectura ¿era? un ejercicio colectivo motivado por diferentes causas: la poca cantidad de libros que había, el costo de éstos, el número de analfabetas ávidos por conocer el contenido impreso… La llegada de la modernidad (si la pensamos como un proceso que empezó a gestarse durante el Renacimiento) supuso una mejora en las condiciones de vida que, por supuesto, afectó también el ejercicio de la lectura: se imprimían más libros y podían adquirirse con mayor facilidad, dando paso a que más personas pudieran hacerse de ellos; si bien los índices de alfabetización seguían siendo bajos, no lo eran tanto en comparación con los siglos precedentes.
Para el siglo de las luces, la lectura silenciosa y en solitario fue un hábito que fomentaron los ilustrados, práctica que las instituciones educativas alimentan todavía (quizá en los recuerdos de la infancia está el de algún profesor o profesora que regañaba a un pequeño que emitiera un sonido mientras leía). Hoy, el ejercicio no parece tan distinto porque, ya sea en un libro o en una tableta electrónica, la lectura sucede ¿igual? Silenciosa y en solitario.
Si pensamos el leer como una actividad sedentaria y a eso le añadimos los poco saludables hábitos de vida que se nos adjudican, bien nos podríamos imaginar a personas obesas, pero bien ¿inteligentes? por leer en demasía. Si los ingredientes anteriores además se acompañan por una tableta que casi nos convierte en seres autosuficientes, mejor le paramos de contar porque el horizonte se torna muy desolador, ¿o no? No. Y para dar cuenta de que con un giro de tuerca a los mismos ingredientes el resultado puede ser diferente nos encontramos la muestra Literatura electrónica: política y cuerpo en el presente digital.
Esta exposición —cuyas páginas permanecerán abiertas hasta el 17 de enero— nos invita a aprehender la lectura con todo el cuerpo, pero con ayuda de dispositivos electrónicos, realidad virtual, libros impresos, “Holopoems” como el de Eduardo Kac, que con una tinta semejante a la invisible, se deja leer a contraluz. Es cuestión de saber hacia dónde mover los pies para acceder al mensaje.
“Between Page & Screen”, de Amaranth Bursuk y Brad Bouse ofrece un libro impreso (por si la nostalgia invade cuando entramos a Literatura electrónica…) más animación en realidad aumentada, elementos que al conjugarse proyectan en la pared un texto animado que se lee al revés. Las maniobras corporales resultan tan importantes como el contenido del escrito.
Aquí nos movemos o no leemos, como sucede también con “Opacity”, poema en cuatro tiempos que se puede leer en cuatro idiomas; cualquiera que sea la elección ofrece juegos a cambio de nuestra intervención activa para que el texto se aclare. “Opacity” nos regala, además de un rato lúdico, una manera de leer: primero quítele la sombra a (inserte aquí el objeto indirecto que le cause molestia); prosiga con un acercamiento a las vísceras del objeto elegido; una vez que conozca (de ser posible) hasta el intestino grueso, pregúntele cosas, promueva el diálogo. Se espera que al final lo que empezó en las sombras, se aclare.
Podríamos seguir hablando de las pautas para el juego con las que nosotros nos acercamos a Literatura electrónica: política y cuerpo en el presente digital, pero dejamos el libro abierto para que usted se asome y encuentre las suyas y disfrute de esta propuesta lectora hasta con la médula.
Carina Vallejo Fuentes
Puedes visitar Literatura electrónica: política y cuerpo en el presente digital a partir del 12 de noviembre del 2015 hasta el 17 de enero del 2016. Horarios de visita en www.cultura.unam.mx.