Nocturna, caminata que invita a las mujeres a recuperar los pies y la calle

Frente a la casa de Ámbar Luna, en Tuxtla Gutiérrez, hay un parque. Una escena rebosante de muchachos y niños jugando básquet o departiendo. El hecho de que casi no haya mujeres llama la atención de la artista. Ellas aparecen en el cuadro sólo después de misa o mientras sus hijos juegan. ¿Por qué? ¿Por qué no hay mujeres en el parque? ¿Por qué no hay mujeres en las calles? 

La capital de Chiapas es una de las ciudades mexicanas en las que se vive mayor acoso en la vía pública, observa la artista. La calle no es un sitio para disfrutar. La caminata por placer, es arte personal que es también terapia y una forma del ser y del pensar, ha desaparecido casi por completo del entorno femenino. Es tradición que la mujer se reserve a lo doméstico, pero la inseguridad y las violencias ha reducido aún más la posibilidad de desenvolverse con libertad fuera de los muros.

“La calle se nos es negada. Y de noche, doblemente”, dice Luna. Ante esta ausencia y esta necesitad que considera vital del andar libre, creó Nocturna, un proyecto que ha permitido a mujeres de todas edades recuperar la caminata, un pedazo de sus ciudades y de la noche. Y con ello, algo más profundo. 

“La presencia de las mujeres en la noche ha sido no sólo negada sino objeto de escrutinio y de castigo. Poner el cuerpo en la calle de noche es un acto político y rebelde”, señaló la artista en la conversación que sostuvo el pasado 21 de octubre con la investigadora y curadora feminista Paola Marugán en el Museo Universitario del Chopo, en donde presenta el proyecto Nocturna. Caminata para mujeres por Santa María la Ribera, y un documental sobre las experiencias que ha generado en México con esta apuesta.

Es un ejercicio que ha realizado en 10 ciudades de los estados de Chiapas, Jalisco, Yucatán, Oaxaca y Baja California desde 2018. Luna lo describe como una coreografía expandida de mujeres para caminar la noche de manera acompañada, segura y gozosa, basada en el cuidado colectivo. 

Para la organización de una salida, o una serie de caminatas, la artista trabaja con una anfitriona: conocedora de su ciudad, ésta elige la ruta y diseña los horarios y otras características en función de la seguridad de la zona, la accesibilidad en trasporte público y el clima. Se realiza una convocatoria vía redes sociales para llegar al punto de encuentro e iniciar la aventura en la que una mujer cuidará a otra y a su vez será cuidada por alguien más.

“Nunca sabemos qué esperar. Cada grupo es diferente”, cuenta Luna. “Algunos son más numerosos, otros más extrovertidos”. Curiosamente –dice- en las ciudades con mayores índices de violencia, como Tijuana, la concurrencia resulta más nutrida que donde es menor, como San Agustín Etla.

Un aspecto clave de esta práctica es la relación afectiva con las otras y con el espacio; en especial, el establecimiento y la recuperación de la confianza.

En el documental son recurrentes los testimonios de mujeres que advierten la liberación experimentada, al andar en grupo, de bajar la guardia, de disminuir o cancelar por un momento la visión periférica, el constante mirar atrás, el apretar el puño en el que se afirma la seguridad con una lata de gas pimienta listo para salir a la defensa…    

Durante las caminatas se proponen acciones lúdicas con el cuerpo, que permiten establecer formas no violentas de relación y ocupación del espacio. Así esta práctica artística pone en juego las nociones de cuerpo, territorio, coreografía y afectos. 

“Me ha permitido ver qué sucede con el cuerpo en la calle, pues en el campo es distinto: la ciudad está diseñada para que el cuerpo esté tenso y vaya rápido, vamos en esta tensión corporal todo el tiempo”, advierte la artista. “Al entrar en confianza con las otras caminantes me di cuenta de que el cuerpo se va soltando un poco, y en la medida en que el cuerpo individual se relaja, el cuerpo colectivo también se va expandiendo”.

La tensión, pero también la atención, cambia al andar con calma: una de las reglas de la caminata, que comienza despacio, es que el grupo se detenga cuando alguien lo haga. Puede ser que un árbol, el viento o una grieta en el suelo llame la atención de alguien. Y esa pausa permite a cada quien descansar los ojos en un sitio en donde no tenía previsto detenerse. Es así otro ejercicio de la mirada. 

“Todo esto va sucediendo en el andar y me ha hecho pensar mucho en el tipo de ciudades que estamos construyendo, para quién y para qué. Están hechas para ser más productivas”. La artista repara en que fuera de parques o plazas, es difícil encontrar espacios de descanso o para sentarse en la vía pública. 

Esta reflexión lleva a otra muy importante para el arte, el pensamiento y la creatividad en todo sentido: el ocio. Aquellas mujeres que pueden acudir a estos paseos deben disponer del tiempo y la energía para realizar una caminata. Aunque la convocatoria busca abrir las mayores posibilidades de acceso, mediante horarios y cercanía con el transporte público, dice Luna, en la disponibilidad de tiempo para asistir permean también cuestiones de clase. “Esto me ha despertado otra reflexión  urgente sobre los tiempos de ocio y de descanso en nuestra sociedad”.

Las próximas sesiones de Nocturna. Caminata para mujeres por Santa María la Ribera se llevarán a cabo los fines de semana del sábado 29 de octubre al domingo 6 de noviembre, a partir de las 18 horas. Los sábados el punto de encuentro será la escalera principal de Kiosko Morisko y los domingos el patio frontal del Museo del Chopo.

María Eugenia Sevilla

Nocturna. Caminata para mujeres por Santa María la Ribera, es un proyecto organizado por el Museo Universitario del Chopo. Más información en cultura.unam.mx.