“Necesitamos de la vida de la imaginación”: Goran Petrović

“Yo soy ese nuevo libro. ¿Qué página quieren saber?”, fueron las primeras palabras del narrador Goran Petrović, durante la charla El lector indefinible: Reflexiones sobre qué define a un lector y su papel en la creación literaria”, que se realizó en la Sala Carlos Chávez del CCU.

Goran Petrović (Kraljevo, 1961) es uno de los escritores serbios más importantes de la actualidad además de ser miembro activo de la Academia de las Artes y las Ciencias de Serbia. Su trabajo generalmente es emparentado con el realismo mágico, el cual lo ha hecho acreedor a varios reconocimientos como el Premio Mesa Selimovic en 1997 y el NIN (Nivona Nagrada), prestigiado premio de literatura serbia, en el 2000. Entre sus libros destacan Atlas descrito por el cielo, Diferencias, Bajo el techo que se desmorona y La mano de la buena fortuna.

El promotor de lectura Rafael Cessa, quien coordinó la charla y planteó al narrador algunos cuestionamientos sobre el papel que juega el lector dentro de su pensamiento, pues su obra parece tomar un posicionamiento importante sobre el tema, que muchas veces es olvidado por los involucrados en el quehacer literario.

Petrović mencionó que la preocupación por el lector dentro de su obra comenzó cuando se dio cuenta de que le gustaba que sus textos fueran portadores de datos para sus lectores, quienes incluso le hacían ver cosas que él no había notado en sus escritos. “Esa fascinación quedó plasmada en el libro que en México se tradujo como La mano de la buena fortuna”.

Sin embargo, comentó que su interés tal vez por el acto de la lectura era aún más remoto. Fue en la niñez cuando pensó, tras sus lecturas nocturnas debajo de una cobija en la que al poco rato se quedaba sin aire, por lo que tenía que interrumpir para salir y respirar, “que sí necesitamos de la vida real, pero también de la vida de la imaginación; de la misma manera que todos necesitamos del día y de la noche. Creo que estos dos mundos están unidos de una forma medular”.

Rafael Cessa hizo alusión a uno de los conceptos clave de la obra del escritor serbio: la lectura profunda, la cual provoca que haya un cambio en el lector, y le preguntó sobre las lecturas que realiza. El autor contestó que siempre lee acerca de lo que está escribiendo “para que mi lector también tenga la confianza de que sé de lo que estoy hablando”; pero añadió que también lee todo tipo de textos como directorios telefónicos, todo tipo de instructivos y diccionarios, a los que comparó con los libros de biología que tienen, en vez de palabras, mariposas clavadas con alfileres.

Petrović habló acerca de la pereza de algunos lectores, a la que relacionó con la excesiva facilidad con que en el mundo actual se puede conseguir información de forma simplificada y en apariencia permanente; “sólo son una sustitución para el conocimiento”, aunque dijo que también son herramientas muy útiles. También comentó que su literatura está llena de detalles y que “al parecer hoy somos una civilización que ha perdido el interés por los detalles, que sólo ve el ahora y no reflexiona mucho en lo que fue y lo que será y se justifica con la falta de tiempo.”

Los asistentes pidieron a Petrović una opinión sobre cuál creía que era la función de la literatura: “El origen de toda la literatura, la prosa y la poesía, es el de comunicar algo. La literatura se reduce a esto: alguien le cuenta algo a alguien.

Por último, se preguntó por el momento en el que el lector puede hacer “conexión con el libro que lee”. El autor mencionó que “no existe un libro igual a otro”, ya que de un mismo volumen se sacan miles de ediciones que van a recibir diferentes lectores. “La diferencia radica en que el lector sienta que ese libro fue escrito exclusivamente para que él lo leyera”, afirmó Petrović.

Kevin Aragón