Narrarnos juntas, miradas sobre violencias racistas, sexistas y de clase

Aquí la mesa está puesta. Un banquete para la muerte. Sobre la inmensa pieza de comedor se despliegan los instrumentos de una espiral descendente: la adicción al crack y drogas similares. 

Está la mesa puesta es una instalación que invita a asomarse al capítulo más oscuro en la vida de personas trans como Ángela Serrano, mujer transgénero y una de las ocho curadoras invitadas a entretejer miradas sobre las violencias racistas, sexistas y de clase, en la muestra Narrarnos Juntas, que presenta el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.  

“Más que el reto de asumirse personal y socialmente como mujer trans, su mayor reto ha sido salir y reconocer su adicción ante su gente querida; su postura aquí es mostrar cómo drogas como el crack, la piedra o el fentanilo afectan a estas comunidades marginadas, periféricas, que sufren las violencias interseccionales de género, de raza y de clase”, comenta Sofía Carrillo, coordinadora de Artes Visuales el CCU Tlatelolco, sobre la pieza en la que intervienen la colectiva Perras de Museo y Federico Martínez.

La obra, que será activada en septiembre mediante tres comidas en las que los comensales podrán conversar sobre estos temas, es parte de las más de 60 piezas de 32 artistas y colectivas que, acompañadas por actividades procesuales, plantean la erradicación de ciertas formas de violencia.

Las fotografías, pinturas, videos, collages, poemas, canciones, bordados e instalaciones que integran esta muestra han sido el vehículo para expresar y resignificar la rabia y la indignación de mujeres que a diario padecen abusos estructurales que llegan a la criminalidad; la creación como forma de sanación individual y conjunta. El discurso se hilvana en cinco núcleos: Existo, Habitar, Autorretrato, Acompañamiento y Descanso.

Integrada a partir del encuentro de las curadoras invitadas, Narrarnos juntas apunta a los cuidados, afectos, desafíos y procesos que viven diferentes mujeres y colectivas racializadas de la Ciudad de México, y los estados de México, Guerrero, Oaxaca, Colima y Chiapas, que han apostado al arte para reflexionar y manifestarse en contra del capitalismo racial, el despojo, los feminicidios y las desapariciones forzadas.

“Fueron meses muy interesantes de conversación, de diálogo, encuentros y desencuentros”, comenta en entrevista Valeria Angola, integrante la colectiva Afrochingonas, que ha desplegado el trabajo de mujeres afrodescendientes de la Costa Chica de Guerrero, como los grabados y autorretratos de Yuye Hernández, quien nació sin los dos brazos, condición que no le impidió estudiar arte en la Universidad de Oaxaca y convertirse en una pintora reconocida internacionalmente. Entre sus piezas destaca La diabla, donde se coloca como este personaje, reservado para los varones en la tradicional Danza de los Diablos. 

Afrochingonas también abrió una sala de descanso que será activada en fechas por confirmar con conversatorios en torno al descanso como un acto de resistencia en medio de la hiper-productividad capitalista, y también ante el desgaste que viven activistas como las madres buscadoras. “Lo grabaremos en vivo para nuestro podcast”, adelanta Angola.

En Narrarnos juntas también participa la gestora cultural Maribel Bolóm, quien es miembro de la Red de Mujeres Indígenas y Afrodescendientes de Chiapas. “Trabaja con mujeres de las comunidades tzotzil y tzeltal, en el fortalecimiento de su propia imagen y la de su comunidad”, apunta Carrillo. Es una labor similar a la que realiza la antropóloga Jael López, investigadora del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Ciencias y Humanidades de la UNAM, quien es miembro de la comunidad indígena de Colimán, en Colima, y ha trabajado por varios años en torno a la autorrepresentación e mujeres jóvenes y universitarias indígenas.

Del área metropolitana de la Ciudad de México, la antropóloga feminista Alí Aguilera se especializa en cine comunitario, en la periferia urbana de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, donde habita. “Trabaja con grupos de mujeres buscadoras en torno a la violencia sistémica que viven en las periferias y las desapariciones en estas entidades”.

Originaria de Ecatepec, Lorena Flores trabaja desde el bordado y representa una escena importante de mujeres artistas de Ecatepec que no suelen tener entrada en circuitos comerciales del arte; trabajos que encuentran sitio en esta muestra. “Es la curadora invitada más joven”, dice Carrillo. “También pertenece a una colectiva de mujeres que defiende la cannabis y su uso medicinal”. Narrarnos juntas permanecerá abierta hasta el domingo 7 de enero del 2024.

María Eugenia Sevilla