Crítica de las izquierdas latinoamericanas, María Galindo, artista y activista boliviana, ha situado su plataforma de trabajo desde el anarco feminismo. Cocinera, grafitera, socialmente bastarda y antiseñorita –se autodefine-, es integrante activa de Mujeres Creando, movimiento anarco-feminista autónomo, originario de La Paz, Bolivia.
María Galindo tiene tres presentaciones en el Museo Universitario del Chopo los días 2, 3 y 4 de junio. Su visita da comienzo con la conferencia magistral De carne sin verbo a carne hecha verbo: ¿Arte? ¿Género?, continúa con la presentación de su más reciente libro, Feminismo bastardo, y cierra con el performance Capitalismo hipnótico: ¿es el fin o es el principio?
La colectiva Mujeres Creando nace de una ruptura, de una insatsifacción con la izquierda boliviana de los 80, ¿qué ha cambiado en las izquierdas latinoamericanas de hoy?
A inicios de los 90, hace 30 años, era una izquierda machista que soñaba con la vanguardia, con la revolución. Una izquierda misógina y antifeminista que consideraba la reinvindicación femenina como un acto de traición: un acto burgués.
La izquierda contemporánea en Latinoamérica está en una crisis ideológica muy grande; el ideario de la revolución socialista, stalinista, de la lucha armada se les ha venido abajo; incluso el del socialismo que se quiere construir.
¿Se abandera el discurso feminista en la retórica, pero a las mujeres no se les ve ni se les oye?
No creo que las izquierdas hayan dado un giro a su visión patriarcal de base. Hoy tienen una relación utilitaria con los feminismos, que son una lucha en pie, que trae más frescura, y lo que quieren es usar esa base social para su propio beneficio. El gobierno de Evo Morales me robó la tesis de la despatriarcalización.
En Bolivia, el 54 por ciento de las mujeres que forman parte de la representación política formal viene del partido que pudiera llamarse de izquierda, pero allá no se ha despenalizado el aborto. Los partidos políticos son una forma de participación política que ha muerto.
Si los partidos políticos se han agotado, ¿qué sigue, en dónde puede recaer la representación política?
Estamos ante la emergencia de algo que aún está por configurarse. ¿Cómo se construye la representación de las voces de los animales o de la naturaleza y el medio ambiente? Eso no es partidario. Hay que cuestionar a las vanguardias, que han instalado las prioridades de las luchas sociales y mandado a la cola lo que no consideran prioritario, como las mujeres. Hoy todas las luchas son urgentes: la ecológica, despenalización del aborto o las luchas del sujeto no binario. Estas luchas que han sido vistas como secundarias, de minorías, son tomadas por los colectivos sociales. Los pueblos indígenas, no quieren que un partido los represente y les expropie su voz indígena, como sucedió con Evo; quieren respeto a su territorio y sus formas de representación; no son todos lo mismo.
¿La fuerte ola feminista actual, no es el punto de quiebre para un cambio?
Creo que es un error repetir la idea de una vanguardia: antes fueron los mineros, los proletarios o los guerrilleros armados, ¿ahora van a ser las mujeres? No, los segmentos sectarios debemos que tener la capacidad de entendernos como fragmentos de una gran emergencia.
¿Cuál es el reto para el feminismo de hoy?
En esta marea de mujeres feministas jóvenes hay dos desafíos principales: uno, la interpretación de las violencia machistas y los matices de las formas de violencia. Un feminicidio es parte de una estructura feminicida; hay violencia y una estructura violenta. Las mujeres tenemos el desafío gigante de hacer una interpretación sistémica de la violencia no solo como víctimas, sino ver todas las estructuras que soportan esa violencia.
El siguiente desafío es construir un sistema de justicia feminista. El sistema carcelario, policiaco, judicial de interpretación de las violencias sólo puede responder y administrar las violencias como parte de un aparato corrupto. Parecería que cada víctima de feminicidio es aislada y así enfrenta cada una su juicio sola, expuesta a la revictimización, aún muerta. Los feminicidios no tendrían que tratarse como casos aislados, son parte de una dictadura patriarcal, y una masacre a goteo.
Frente a la brecha, ¿cómo entender el pospatriarcado?
Yo hablo de despatiarcalización, que es un concepto afín al pospatriarcado, como una instrucción de lucha, de paradigmas que salen del modelo liberal de derechos. No es un método ni una utopía solamente, es algo que está aconteciendo. En ese sentido, pospatriarcado me hace sentido. No estamos buscando igualdad sino despatriarcalización. Lo que hace falta no es la feminización de la política, sino la despatriarcalización de la política.
¿Y al feminismo bastardo?
En mi libro Feminismo bastardo, de teoría feminista, planteo cinco giros conceptuales importantes para los feminismos de nuestro tiempo y de nuestro espacio mal llamado latinoamericano. Lo puede entender una Cristina Rivera Garza –con quien lo presento- que dirige un doctorado, o alguien sin bachillerato. Tiene como punto de partida ese feminismo intuitivo que es masivo, popular, que no parte de la estructura académica sino de formas de desobediencia de la propia vida.
Nos invita a desechar la categoría de mestizaje, hecho principal de los estados nacionales racistas y antiindígenas que plantearon una homogeneidad y un eurocentrismo como eje principal de la sociedad. Regresar a la categoría de bastardismo permite repensar los traumas y complejos y una de las grandes raíces de la violencia, que es el odio contra nosotros mismos.
El capitalismo nos ha llevado a la violencia máxima: la extinción del hábitat planetario. ¿Es posible darle la vuelta a esa estructura?
En mi performance Sobre el capitalismo hipnótico invito la gente a quedarnos en la pandemia: la idea de volver a la normalidad banaliza este hito que ha modificado las estructuras de nuestra construcción de la realidad. La humanidad se ha abierto a hablar en términos de apocalipsis.
La pandemia ha desnudado que estamos en un orden supraestatal, planetario, en el que los estados son administradores subalternos de un orden colonial, patriarcal, supraestatal capitalista. Estamos luchando por las soberanías estatales cuando los Estados no son soberanos, ni en Europa: las estructuras de poder ecocidas son supraestatales. Es urgente empezar a salir del análisis estatalista y pasar a uno supraestatal.
María Eugenia Sevilla
María Galindo estará el jueves 2 de junio a las 18:30 horas en el Museo Universitario del Chopo para dictar la conferencia magistral De carne sin verbo a carne hecha verbo: ¿Arte? ¿Género?; el viernes 3 a las 5 pm para la presentación de su libro Feminismo bastardo, que será comentado por Cristina Rivera Garza y Magela Baudoin; y el sábado 4 a las 7 de la noche para la única función del performance Capitalismo hipnótico: ¿es el fin o es el principio? Más información en cultura.unam.mx.