Viejos relatos en la voz desafiante de Antígona

“Te prohíbo que entierres el cuerpo putrefacto de Polinices”, dijo el rey de Tebas, Creonte, a la hija de Edipo y ella decidió desobedecerlo porque consideró que estaba equivocado. De la prohibición insensata surge el pecado de la mujer rebelde que Sófocles imaginara hace miles de años en la tragedia Antígona.

Teatro UNAM presenta una desafiante reinterpretación de la conocida tragedia griega, reinventada por el director David Gaitán, de quien recientemente pudo verse en el Teatro Santa Catarina la pieza Simulacro de Idilio.

Antígona vs. Antígona

En el relato sofocleano de la rebelde Antígona, todo comienza con el enfrentamiento de los dos hijos varones del fallecido rey de Tebas, Edipo: Polinices y Eteocles. En un extraño acuerdo político, estos monarcas deciden turnarse anualmente el trono tebano, pero tras el primer año, Eteocles rompe el trato con su hermano. Esto ocasiona que el primero lleve un ejército foráneo contra las murallas de Tebas. Al final de su triste aventura, ambos hermanos se dan muerte, pero son los defensores de Tebas los que vencen en el combate. De la nada surge la figura del advenedizo Creonte, quien en un hábil movimiento político se apodera del trono.

En el centro de todo, Antígona, hija de Edipo y hermana de Ismene, desobedece la prohibición de hacer ritos fúnebres al cuerpo del “traidor” Polinices, por lo que el rey Creonte le impone el castigo de muerte.

Al final de cuentas, ni el rey de Tebas ni el castigo importan, todo se reduce a la batalla de la heroína entre hacer lo que su ética le dicta y lucir como una arrogante, o rendirse ante lo que la sociedad le exige que haga: acatar órdenes y ser una “niña buena”. Una batalla interna de Antígona contra Antígona es lo que David Gaitán supo montar hábilmente en escena.

A partir de esta antigua historia de injusticia, Gaitán erige una tragicómica crítica a la política mexicana de los últimos años. Con ayuda de las actuaciones de Marianella Villa como Antígona y Adrián Ladrón en el papel de Creonte, el joven director construye un vertiginoso juego de contrapunteo ideológico en el que los personajes logran desbordar psicológicamente las milenarias efigies de sus modelos griegos.

La discusión se pone en la mesa: ¿Tienen los ciudadanos el derecho a cuestionar el poder desde la razón? ¿Tienen los gobernantes el derecho divino de tergiversar toda lógica y toda razón en pos de sus caprichos? En Antígona, la insurrección pacífica al poder resurge como una mujer que se atreve a desafiar a un rey –sin ejército ni armas–, tan sólo abrigada por el manto de la sabiduría; quien alegóricamente cobra vida en la actuación de Haydeé Boetto.

El juicio se prolonga entre cajas chinas que llevan la representación hacia un punto metaficcional lúdico; entre bailes coquetos o sacudidas de música industrial, en un escenario minimalista; entre viejas canciones de thrash metal del grupo estadounidense Pantera o mensajes gubernamentales del amado líder Creonte, todo sucede como lo dijera Aristóteles, en una jornada.

Prohibidos los ritos fúnebres

En una de las escenas más interesantes de esta Antígona reinventada, la heroína tiene una charla espontánea con el guardia (Guillermo Nava), que innecesariamente la vigila para que no escape. Es madrugada y Antígona sabe que va a morir, extrañamente las palabras de su carcelero la reconfortan. El guardia no es un opresor como el rey, es un hombre común que le habla sobre su vida y su familia. En ese momento, ambos personajes se dan cuenta de que no existen bandos; no hay ni buenos ni malos, sólo situaciones sin sentido que el hombre se impone a sí mismo.

Ante la prohibición arbitraria de Creonte y la desobediencia de Antígona, su esposo Hemón (Alan Uribe Villarruel) y su hermana Ismene (Ana Zavala) ruegan a la decidida heroína arrepentirse; abandonar sus principios y pedir perdón al que gobierna. Las imágenes de tantas mujeres que han desafiado al poder en días contemporáneos asaltan la mente del que mira la representación. Es inevitable no pensar en aquellas madres, esposas o hermanas de desaparecidos que buscan a sus familiares y se manifiestan con la esperanza de encontrarlos vivos, o en el peor de los casos, para recuperar sus cuerpos. La vieja trama se ve inmediatamente actualizada, según nos muestra el dramaturgo y director David Gaitán.

La crítica que esta obra golpea las paredes del tiempo en ambos sentidos, va de presente a pasado y a futuro. Y mientras el coro de Tebas ruge detrás del escenario, las preguntas planteadas por Sófocles y retomadas por el dramaturgo mexicano se quedan en el aire ¿No sería más fácil renunciar a los principios y bajar la cabeza ante los caprichos del poderoso? ¿Es necesario jugar el papel del necio? ¿Enterrar o no enterrar a Polinices? Ésa es la cuestión. Mientras tanto, el final de Antígona ya todos los conocemos.

Jorge Luis Tercero

Con dirección de iluminación de Matías Gorlero y escenografía de Auda Caraza y Atenea Chávez, la obra Antígona se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario hasta el 19 de junio. Horarios: www.cultura.unam.mx.