En la antigüedad occidental, según explica un documental proyectado sobre un biombo dentro de un manicomio-teatro, cuando se deseaba limpiar las urbes del exceso de locos y habitantes marginales, las autoridades determinaban subirlos a todos en barcos y mandarlos a navegar por el río.
De dicha leyenda folclórica se nutre el Bosco para realizar su conocida pintura “La nave de los locos”, en la que se aprecia a un montón de enfermos mentales en un navío. ¿Podría recuperarse tal visión como una metáfora de la época en la que vivimos?
Este seductor tema es retomado en la puesta en escena Los náufragos, de Guillermo León, pieza que fundamenta su trama en teorías de importantes filósofos como Michel Foucault, Gilles Deleuze, Felix Guatarri y Patrick Declerk, entre otros.
Elogio de la locura
En el escenario, nos encontramos con un grupo de personajes agrupados en lo que parece un círculo de la confianza, todos sentados en torno al doctor Szasz, quien los exhorta a que expresen lo que les molesta. El primero en hablar es un hombre de actitud tosca llamado Rulo, quien acusa a los demás de estar alineados al sistema; luego viene el turno de una paciente con una particular patología que la lleva a cuestionar la sublevación de las masas, la de los cuerpos; posteriormente una mujer mayor, de nombre Magdalena, teje mientras un hombre pequeño y rapado habla aniñadamente del valor de la amistad.
Los locos están encerrados en las prisiones de sus patologías o quizá, en las exigencias que la sociedad les ha impuesto, porque como nos recuerdan demasiadas obras literarias, entre éstas la de Erasmo de Rotterdam o la máxima obra de Cervantes: ¿Qué es la locura? ¿Quién está loco?
En la obra, dirigida por David Psalmon, la locura es el detonante de la reflexión sobre la sociedad contemporánea. Según nos recuerdan los doctores, interpretados por locos, existen dos grandes tipos de trastornos: los de liberación y los de alineación. Los personajes-actores se debaten entre el loco que llevan dentro y el doctor que intentan ser, entre la ciencia y la naturaleza humana. Desde el escenario se plantean preguntas sobre qué es la demencia y cuáles son sus límites dentro de la sociedad: ¿De verdad son locos sólo los que están bajo el cuidado de especialistas o también aquellos que intentan hacerse pasar por médicos; los empresarios, políticos y ciudadanos “normales”?
En algún momento de la pieza el propio doctor Szasz lanza una pregunta al público: “¿Locos los que el sistema considera como locos por no seguir las normas establecidas, o locos nosotros por no cuestionar las reglas del sistema?”
El teatro es locura
Mientras los personajes colorean con crayolas o son trasladados a tinas llenas de agua con hielos, la obra se complementa con recursos multimedia, como cápsulas documentales donde un médico real, de nombre Dr. Sébastien Lange, habla sobre los padecimientos mentales a lo largo de la historia y sobre las patologías comunes en la vida diaria, aquellas aceptadas fuera de instituciones mentales.
Así, mientras este grupo de náufragos de la sociedad contemporánea juegan a ser locos y médicos al mismo tiempo, dentro de un cierto espacio que por ratos es isla o psiquiátrico, la nave de los locos se prepara para zarpar hacia el horizonte, más allá de los dominios del territorio del teatro, hacia el mundo de allá afuera.
Jorge Luis Tercero
La obra Los náufragos tendrá una corta temporada del 21 de enero al 7 de febrero en el Teatro Rosario Castellanos de Casa del Lago. Consulta los horarios en www.cultura.unam.mx.