La potencia de la narrativa costarricense: la vorágine política y social

La trascendencia de la narrativa moderna costarricense recae sobre la figura de la escritora Yolanda Oreamuno. A partir del rescate de su obra, surge un movimiento de escritores solitarios e independientes que “crece como levadura, sin miedo al estigma de ser un país de la periferia”, señaló Dorelia Barahona Riera, compiladora de 13 ficciones del país sin soldados, editado por Literatura UNAM.

La publicación, que se presentó en la 29 edición de la FIL Guadalajara, nos acerca al “amor colapsado de la familia, la vejez como el duende que todos llevamos dentro, las tribus urbanas y su autismo lacerante o la ingenuidad de los diez minutos de gloria ante la estepa del fracaso”, precisó Barahona.

La compiladora apunta que en el libro, predomina el paisaje como metáfora literaria, pero también como una paradoja resultado de la vorágine a la que se enfrenta Costa Rica por el cambio socio-económico mundial. “La escenografía, la atmósfera, la ciudad, la calle, la orilla del mar, la escena humana”, son el punto de partida de las historias seleccionadas.

De esta manera, Costa Rica se configura como un “país paisaje”, un país sin soldados y grandes epopeyas, como señala Barahona y como se advierte en el título de la selección. Lo cual no significa que se exprese un paisaje bucólico, sino uno alterado y transgredido por la modernidad.

Los autores incluidos en 13 ficciones del país sin soldados son Yolanda Oreamuno, Rafael Ángel Herra, Anacristina Rossi, Rodolfo Arias Formoso, José Ricardo Chaves, Dorelia Barahona Riera, Carlos Cortés, Rodrigo Soto, Uriel Quesada, Fernando Contreras Castro, Catalina Murillo, Guillermo Barquero y Daniel Quirós.

Mina Santiago