La invención del fenómeno William Shakespeare

“Empezaré con algo un poco escandaloso: William Shakespeare no existe. Es un producto académico literario de colaboración que ha durado más de cuatro siglos”, señaló la doctora Luz Aurora Pimentel para dar inicio a su curso Shakespeare dramaturgo. Las cuatro grandes tragedias.

Para la investigadora y docente de la Facultad de Filosofía y Letras, el acercamiento a la obra de Shakespeare debe ser a través de revisiones muy específicas, con peligro de divagar y terminar hablando de los clichés o las leyendas en torno al dramaturgo nacido en 1564.

“¿Se puede decir algo nuevo después de 400 años de la muerte de Shakespeare? Muy difícilmente, pero sí se pueden hacer nuevas lecturas. Toda representación distinta es una reapropiación de su imaginario. No abundaré en viejas discusiones, como la polémica acerca de quién escribió su obra, si se trata de Shakespeare o Francis Bacon”.

Hamlet y la corrupción

Además del tema de la corrupción, Pimentel propone entender Hamlet como una guerra al nivel de la lengua, un campo de batalla donde la palabra (en su sonido y forma) crea universos, pero también los destruye. Así, en esta pieza se pueden hallar los ejemplos de esas palabras que mueren cuando muere el mundo que designaban.

Uno de los ejemplos más interesantes que cita es el del término inglés “Portcullis”, tomado del verso “Doubly portcullis´d with my teeth and lips…” (En mi boca encarceláis mi lengua con la doble reja de dientes y labios). En el inglés moderno, ha perdido su sentido, pues desaparecieron del imaginario actual las puertas de los castillos, como fuera el mítico Elsinore donde habitaba Hamlet. “Portcullis” creaba en la poesía de Shakespeare una metáfora poderosa que unía en una sola figura las imágenes de la puerta cerrada, de un castillo, y una boca con dientes, cerrada. Para evocar la idea de “guardar silencio o un secreto”, según explica la investigadora.

“Ser o no ser. Esa es la cuestión. ¿Qué es más noble?… Morir es dormir… Nada más”, se escuchó leer a Pimentel, en perfecto inglés shakespeareano, uno de los pasajes más emblemáticos de La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, obra cumbre del autor inglés que la investigadora empleó como excusa perfecta para abordar el tema de la corrupción, tanto ficticia como real.

La investigadora plantea el tema de la corrupción en Hamlet a partir de su enunciación: “Shakespeare denuncia desde las acciones y los personajes la palabra corrupta, la palabra señuelo, la palabra hueca. Pero también existe la palabra verdad, que puede ser encontrada en la purificación de la muerte, o en el personaje Horacio, como esperanza”. Para ella, Hamlet nos formula la eterna pregunta sin respuesta: “Quiénes somos, ¿vale la pena vivir?, ¿vivir en un mundo de mentiras y corrupción, donde uno mismo se contamina?”.

Para Pimentel, lo inmortal de Shakespeare es que nos recuerda el gran peso de la palabra, y la gran responsabilidad del que la usa: “Lo que no debemos olvidar de William Shakespeare es su palabra. Si algo inmortalizó a este dramaturgo fue la innovación que trajo al lenguaje, una arquitectura lingüística que pervive a través de los tiempos. Por ejemplo, es interesante pensar hasta qué punto los que hablan inglés hoy en día, aún sin saberlo, citan a Shakespeare sin saberlo. Muchos de sus versos y estructuras han pasado a la lengua cotidiana. Él, como Calderón de la Barca o Sor Juana, nos legan la posibilidad de construir una palabra de tal fuerza que nos haga mundo”, concluyó.

Jorge Luis Tercero

El curso fue grabado y podrá ser consultado en la página Descarga Cultura.UNAM. Por ahora, recomendamos el curso también impartido por Pimentel, “Proust y la estética impresionista”: www.cultura.unam.mx.