Las ciudades sin sus habitantes son pueblos fantasmas, o ruinas apabullantes, que satisfacen nuestra fascinación por el pasado. Al igual que los dinosaurios fosilizados, pueden acercarnos a la idea de lo que fueron en vida, pero difícilmente, podremos en verdad imaginar sus dimensiones, sus colores, sus sonidos.
Las ciudades son un ente vivo que interactúa con el medio que le rodea, cambia y se desarrolla. Y son también, más que sus estructuras, la gente que las habita y que día con día hace que el sistema de una ciudad funcione. Gobiernos, arquitectos, ingenieros y constructores, están efectivamente detrás de la planeación de esas estructuras, de los cambios y mejoras que la ciudad por sí misma poco a poco necesita.
Curada como trabajo de titulación por alumnos de la maestría en Historia del Arte de la UNAM, la exposición La ciudad está allá afuera presenta cerca de 150 piezas, entre fotografías, planos y archivos arquitectónicos. En ellas, pueden apreciarse diferentes proyectos que en algún momento se planearon para satisfacer las necesidades de la creciente población de la Ciudad de México. Algunos se realizaron, otros no. Muchos otros, se llevaron a cabo, pero con grandes modificaciones al plan original. Cada uno de ellos cambió o hubiese cambiado, enormemente, el trazo y funcionamiento de la ciudad.
La muestra gira en torno a tres ideas: demolición, ocupación y utopía. Estos son los ejes de cambio que transforman las ciudades. Primero, la ciudad debe ser planeada, vista siempre como un ente hermoso y funcional, pero sus habitantes sabemos que los planes distan mucho de la realidad, sin embargo, logramos adaptarnos a esos cambios o más bien, adaptarlos a nosotros. Por último, la demolición es quizá el eje más visible, pero en esta exhibición no es tratado como el epíteto de la destrucción, sino como una oportunidad de renovación.
La ciudad está allá afuera encontró su mejor ubicación en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, cuyos ventanales tienen vista directa a la célebre Plaza de las Tres Culturas, que ilustra, precisamente, cómo la ciudad interactúa con el tiempo, el espacio y sus ocupantes. En la muestra, podemos ver un anteproyecto de la Plaza, que contrasta con la realidad que se encuentra “allá afuera”, justo detrás del ventanal.
Las pirámides, difuso recordatorio de otra época, se encuentran de frente con el innegable pasado colonial de nuestro país y ambos, a su vez, contrastan con una época moderna de vidriosos edificios verticales. Esta orientación es otro cambio típico de las ciudades y es directamente proporcional al número de sus habitantes: la ocupación cambia el rostro de la ciudad y es por ello que cada día se construyen más edificios y condominios que casas como tal.
La ciudad se transforma y cambia todos los días. Sus necesidades crecen y se vuelven más urgentes. Seguramente seguirá creciendo verticalmente, y quizá la ciudad que vivimos hoy no sea la misma que vivirán futuras generaciones, pero es importante tomar en cuenta que la ciudad es de nosotros, sus habitantes, y que no es un ente muerto sino todo lo contrario.
Eleonor González Roldán
La ciudad está allá afuera se presenta en CCU Tlatelolco hasta el 26 de marzo. Consulta horarios de visita en: www.cultura.unam.mx.