Suelo imaginar los espacios deshabitados como sitios sin color, donde el paso del tiempo amontona las cosas de manera azarosa. Esos objetos que permanecen ahí después de que uno se marcha han de guardar un poco de nuestra historia; según el lugar donde se les sitúe en el futuro pueden recibir el mote de “piezas con alto valor histórico” o de basura. Todos, no obstante, son huellas que vamos dejando esparcidas.
En Desde el fondo del tiempo, nombre de la instalación expuesta en la Galería Sur del Museo del Chopo, asistimos a un conjunto de tres piezas que mientras dialogan con el espacio también lo niegan. Lo que de inicio tiene apariencia deshabitada y exánime, puede ser asaltado por un movimiento casi imperceptible con el que una bailarina de danza butoh logra mover la montaña de bolsas desechables llamada “Alma”. Ese conjunto de ingrávidos cuerpos plásticos teñidos por grafito conforma un peso que, luego de verse acumulado en la montaña, se esparce por toda la galería para rodear el mural que da nombre al trabajo de Mauro Giaconi.
Podríamos establecer un punto de partida para acercarnos al mural “Desde el fondo del tiempo” en los vínculos que guarda con el dibujo expandido, sin limitarse a dicha técnica. Ésta permite, gracias a la conjugación del dibujo con la tridimensionalidad de la escultura, la experiencia de recorrer una superficie plana y multiplicar los sentidos que la imagen pudiera tener, o despojarla de ellos. El trabajo herrero que guardan las rejas de Santa María la Ribera, junto con las escaleras del Chopo y algunos trazos arquitectónicos del museo son trasladados a un mural transeúnte que a su vez está resguardado en una galería (en una suerte de cajas chinas). Aislados los detalles, quizá podamos detenernos a observarlos.
“Línea transversal”, video que se proyecta al interior de la caja creada por los paneles del mural, muestra cómo una pared puede ser atravesada por lápices si se martillea sobre ella con insistencia. Muchos lápices serán quebrados, pero lo significativo radica en que perforar una superficie no es trabajo individual, sino una experiencia colectiva. Tal vez Giaconi es consciente de esa manera de hacer las cosas y por tal motivo, casi olvido decirlo, su mural se realizó gracias a que intervinieron en él varias personas. No le sorprenda encontrarse con que está tapiado por las esquirlas de grafito y goma que se usaron para hacerlo: los procesos colectivos dejan marcas.
El aspecto grisáceo que a veces invade los espacios no resulta del todo sinónimo de deshabitado: es una característica superficial que contiene sorpresas, que nos sugiere nuevas maneras de relacionarnos con el mundo y los objetos que lo decoran son como un diario que intenta guardar la memoria para contárnosla después.
Carina Vallejo
Encuadrada Desde el fondo del tiempo (como diría una canción de Zitarrosa), espacio que alberga un Alma cruzada por una martillante Línea transversal, permanecerá abierta hasta el 24 de julio en la Galería Sur del Museo Universitario del Chopo. Horarios de visita: www.cultura.unam.mx.