Fusión de ruedas y letras, una crónica sobre el texto del asfalto

Literatura y ruedas, cuerpos en equilibrio y miradas atentas, el genuino arte de sudar y la fuerza centrífuga del pedaleo, todo o nada, juego de piernas en movimiento. Esto sucedió como cuando alguien abre un libro y comienza a pasar las hojas.

Alrededor de las siete de la mañana de este domingo, la multiplicación agradable de bicicletas ya podía contemplarse en el estacionamiento frente al Centro de Convenciones Siglo XXI, lugar donde se llevó a cabo la Rodada ciclista PedaleaLee, una vuelta por la lectura de la FILEY 2015. Más de 200 participantes se reunieron para rodar sobre el texto del asfalto en un ritual simbólico que fusionó la delicia de leer y la actividad deportiva.

La señal fue dada y los ciclistas salieron disparados, entre ellos el equipo de la UNAM, hacia un recorrido de alrededor de hora y media sobre el Periférico Norte de la ciudad de Mérida.

La camioneta de hidratación tardó unos diez minutos en desapegar el vuelo, el chofer aceleró en busca de las primeras bicicletas y tardó un poco en avistarlas. “Ayúdame a darles estas bolsas de agua”, le dijo un joven del equipo de hidratación a este reportero que había abordado el vehículo, situado en un costado del transporte.

Las primeras bicicletas aparecieron sobre el asfalto, los ciclistas se veían concentrados y frescos; rechazaron las tres bolsitas de agua que una mano les tendía desde la camioneta blanca.

El transporte fue rebasando, poco a poco, a los ciclistas más rezagados, los reporteros sobre el vehículo tomaban fotos, animaban a los participantes o charlaban entre sí. De pronto, un ciclista se animó a pedir agua, el primero desde que todo esto inició. La camioneta redujo la velocidad, el ciclista alcanzó el costado y la mano le tendió dos empaques largos y cristalinos, como en esa película de Charlton Heston en la que Jesús ofrece agua al cansado Ben-Hur en medio del desierto. El milagro del ciclismo se manifestó suave y rítmicamente, el tiempo se detuvo por un instante mientras el gesto se realizaba, después la camioneta aceleró hacia el siguiente corredor sediento.

“¡Ánimo, ya les falta poco!, gritaba la gente sobre la camioneta a los velocistas sobre ruedas, pura imagen en movimiento desde los pedales. Algunas bicis viajaban solas, otras iban en parvadas o pequeñas formaciones de hasta ocho elementos. En el camino también aparecían ciclistas locales, no inscritos en el recorrido pero sí inscritos en la idea de transportarse en bici un día cualquiera. Un señor mayor vestido de peatón rodaba en una bici un tanto entrada en años, otro hombre conducía en su bicicleta mientras cargaba en ella un material de construcción, más adelante apareció en escena una pareja –el hombre manejando y la joven sobre los diablos– que no dudó en saludar a la camioneta.

Terminamos nuestro recorrido diez minutos después que los primeros ciclistas en llegar, se trataba de parte del equipo de la UNAM, un grupo de jóvenes que después de la rodada ya se encontraba desayunando en uno de los establecimientos cercanos.

Como parte del equipo universitario, participaron representantes de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, Anel Pérez y Javier Martínez, entre otros muchos invitados amantes del sudor y las ruedas sin motor.

Jorge Luis Tercero

La Rodada ciclista y el ciclo de cine El mundo en bicicleta, que se exhibe en los cines Siglo XXI del mismo Centro de Convenciones, son parte de las actividades culturales y artísticas de la UNAM en la FILEY 2015. Conoce toda la programación en www.cultura.unam.mx/filey.