En medio de un escenario iluminado tenuemente, aparece la efigie imperial de un meditabundo general Porfirio Díaz, quien como fantasma que el hechizo del teatro roba a la historia mexicana, deja caer desde su puño una delgada línea de granos de arena. Un símbolo de la tierra y el territorio que, entre políticas fallidas e impotencia militar, la nación ha perdido o ha cedido. El dictador reflexiona sobre las posibilidades de disputar un pedazo inservible de tierra a la nación francesa o ahorrarse todo el desgaste y el papeleo.
Así, mientras Limantour y Díaz deliberan sobre la deshonra de perder otro pedazo de suelo mexicano ante naciones extranjeras o perder la valiosa amistad de un influyente aliado europeo, en escena, frente al espectador silencioso, la misteriosa isla se materializa a partir de su arena y su mar: Clipperton, una isla en conflicto reconstruida desde la arena que se barre y se vuelve a arrojar, como un oleaje que no se detiene en medio del océano, el escenario y el tiempo.
El sueño de la Mantarraya. La isla de Clipperton, escrita y dirigida por el dramaturgo Alejandro Ainslie, es una obra inspirada en La isla de la pasión, libro de la autora colombiana Laura Restrepo. La pieza nos presenta una vertiginosa narrativa entrecortada que se nutre de recursos visuales multimedia en los que, como en un poema de Paul Valery, una visión del mar siempre vuelve a comenzar en una especie de loop hipnótico; lo cual enfatiza la inmensidad del océano y la desesperación de los personajes abandonados en medio de la nada.
La obra aborda el contexto de un capítulo casi desconocido del periodo histórico del porfiriato, se trata de la posesión y posterior pérdida de La isla de la pasión o Clipperton, situada a 1200 kilómetros de Acapulco, en el océano Pacífico. En esta disputa casi burocrática entre México y Francia, en pos de un pedazo de territorio –cuya mayor riqueza es el excremento de las palomas–, se entrelaza la tragedia del capitán Ramón Arnaud, de su familia y su regimiento de soldados asentados en aquel inhóspito terruño.
“Soy el gobernador de la Isla de Clipperton. Mi reino es esta roca llena de caca”, expresa en algún momento el capitán Arnaud (Luis Lesher), descalzo sobre la arena del teatro, como quien intuye que se ha metido en una misión suicida que no terminará bien. Ante los ojos del desesperado gobernador y de su esposa Alicia Rovira (Paola Pérez Rea), la isla se torna en una terrible prisión auto-impuesta, a la vez que encarna la última oportunidad para Arnaud de probar su lealtad al ejército mexicano y al presidente Díaz (Humberto Yáñez).
En la puesta en escena donde el autor y director participa como actor, Alejandro Ainslie logra crear a partir del personaje de Ramón Arnaud un honorable y obsesivo oficial porfirista, el gesto trágico del hombre que lo pierde todo en pos de un sueño; el sueño de un México soberano y digno, el sueño de una enorme mantarraya negra que logre cubrir el sol y todos los astros.
Mientras el héroe de esta aventura pierde la razón, intentando resistir en aquel territorio inhóspito, rogando por una dotación bimestral de toronjas, el país que él conocía comienza a desmoronarse. Mientras Arnaud, quijotescamente autoexiliado, se mantiene firme al lado de su regimiento, en pos de resguardar la isla de los franceses, en México, Díaz es derrotado por Madero, que tiempo después será asesinado por Huerta. A la par, en el mundo estalla la primera Guerra Mundial. La obra de Ainslie logra reconstruir sobre el escenario las dos historias que envolvieron a Clipperton, tanto la política como la trágica.
Así, a través de la pantalla de fondo del escenario, vemos ir y venir los barcos que traen provisiones a los mexicanos residentes de la isla, mismas naves que en algún punto habrán de desaparecer en el horizonte; en la proyección se dibujan los sueños, las tormentas y los navíos fantasmas que los personajes verán cuando ya sea demasiado tarde. La tierra baldía y obsesionante que es Clipperton se convierte en una Comala perdida en el mar, metáfora que nos trae a la memoria las historias de otro México lejano y también crispado que ya se ha perdido en el tiempo.
Jorge Luis Tercero
El sueño de la Mantarraya. La isla de Clipperton se presenta en el Teatro Santa Catarina en corta temporada del 13 al 31 de enero. Consulta la programación en www.cultura.unam.mx.