“El actor puede ser un creador, más que sólo un intérprete o mucho más que el oficiante de un lenguaje”, asegura el dramaturgo Luis de Tavira al impartir el curso El arte de la actuación dramática. Meditaciones sobre el quehacer del actor, del programa Grandes Maestros.UNAM, con el cual busca reivindicar el papel del actor en el teatro y en el círculo de creación artística.
En entrevista previa a su primera sesión, De Tavira aseguró que la modernidad propició un cambio radical en la función del teatro ante la sociedad, al considerar al actor como el centro del teatro.
“En el siglo XX, el teatro accede a su autonomía como concepto y se asume que su esencia no es el texto, sino el arte del actor; haberlo entendido así dio lugar a un cambio importante en la estética teatral, en la realidad del teatro y en la propia actuación. Esta renovación implicó la necesidad de formar un nuevo tipo de actor”, señala el dramaturgo.
El maestro Luis de Tavira considera que tal como aseguraba Diderot, existen más autores dramáticos admirables que grandes actores, pero cuando encontramos a un gran actor, no hay dramaturgo que lo supere. “La actuación es un arte digno de ser pensado y no ha sido suficientemente explorado. La estética tiene muchas dificultades para entender al actor como un artista, suele referirse a él como un intérprete, pero es un creador o puede llegar a serlo”, advierte.
Para De Tavira, la condición extraordinaria del actor es que tal vez sea el más ambicioso de los artistas: “El actor pretende ser él mismo la obra de arte y ningún artista pretende tanto. En el curso pensaremos la actuación como la virtud de convertir a quien la practica en la condición que el príncipe Hamlet llamaba monstruosa”, expresa.
El trabajo efímero del actor
El dramaturgo asegura que “el arte de la actuación se consuma en el mismo hecho de la realización, pues es un arte vivo que sucede en el aquí y ahora y que se desvanece una vez que termina la función. De manera que no hay huellas o restos documentales como los que necesita la ciencia para estudiarla, lo que queda es aquella arquitectura que llamamos teatro, aquellos textos que llamamos drama o poemas dramáticos”.
De Tavira enfatiza que el teatro no es el texto sino el hecho vivo que sucede en la comparecencia física del actor con el espectador, y esto deja una huella más enigmática e intangible. “¿Dónde escribe el actor su obra? En el sistema nervioso del espectador, en su memoria, sin embargo, esto no es un documento asequible para el investigador”.
Mina Santiago
El curso El arte de la actuación dramática. Meditaciones sobre el quehacer del actor, impartido por Luis de Tavira, estará disponible próximamente en Descarga Cultura.UNAM.