Mientras estudiaba la carrera de arquitectura en la Academia de San Carlos (1942-1947), Teodoro González de León (ciudad de México, 1926) participó en la concepción del proyecto original para la construcción de Ciudad Universitaria. Seis década después, el discípulo de Le Corbusier regresa a los terrenos de su alma mater para edificar el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), una obra extraordinaria en el contexto arquitectónico y artístico del país que apuesta al futuro de las artes visuales.
El nuevo museo completará el proyecto arquitectónico original del Centro Cultural Universitario que fue planeado en 1975, con el propósito de que cada una de las manifestaciones artísticas contaran con espacios idóneos para su ejecución. A las salas de música, cine, teatro y danza se sumará ahora el MUAC, concebido por este destacado arquitecto mexicano, doctor Honoris Causa de esta casa de estudios.
Creador de múltiples espacios para el arte, como el Museo Rufino Tamayo, el Conservatorio Nacional de Música, la Sala Mexicana del Museo Británico de Londres y el Museo de Sitio de Chichén Itzá, Teodoro González de León asumió la construcción del MUAC por invitación directa de las autoridades de la UNAM y, desde hace un año, inició la concepción del recinto en colaboración estrecha con Graciela de la Torre, directora general de Artes Visuales, con quien exploró todas las necesidades del museo para elaborar un programa detallado.
En este proceso González de León enriqueció su impronta arquitectónica mediante tres viajes a Japón, España y Francia, países en los que visitó más de 30 espacios para las artes contemporáneas. “Me empapé de las tendencias de los museos de arte contemporáneo, que son como una apuesta al futuro, porque nadie sabe qué va a pasar con el arte contemporáneo que ha dado giros impredecibles desde hace 50 años”.
En esa exploración se dio cuenta que el espacio que requieren ahora los artistas debe ser mucho más ancho que cuando concibió el Museo Tamayo, que proyectó hace 25 años con base en una investigación profunda. Ahora también se requieren alturas de distintas dimensiones para la exhibición de los objetos que producen los artistas.
Así, el arquitecto inició la proyección del edificio de dos plantas que se construye a un costado de la Sala Nezahualcóyotl sobre una superficie de alrededor de 13 mil 350 metros cuadrados distribuidos bajo los siguientes criterios: cuatro mil 630 metros cuadrados de áreas públicas con acervo, donde se ubicarán los fondos de reserva y un centro multimodal de información, con biblioteca, mediateca, fototeca; áreas de exhibición y espacios de acción artísticas cubiertos y a la intemperie.
Además tendrá mil 991 metros cuadrados de áreas educativas y para servicio al público, que incluyen un foro, tienda, sala de conferencias, café Internet y cafetería. De su superficie, mil 740 metros cuadros se destinarán para los fondos de reserva, colecciones en tránsito, unidad de registro y embalaje, laboratorios de conservación y museografía, además dos mil 321 metros cuadros dedicados al área de oficinas, unidad de sistemas y operaciones así como servicios al personal.
Preserva el carácter universitario
A la hora de concebir el museo, el autor de otras obras monumentales como El Colegio de México, la Universidad Pedagógica Nacional y el Fondo de Cultura Económica no dejó de lado el carácter universitario del recinto. “Será un museo atractivo para la comunidad, especialmente para los alumnos porque no va a ser el típico museo que tenemos en la mente: un recinto con una gran escalinata, una puerta enorme, un vestíbulo al que le sigue otra escalinata que te conduce finalmente al arte, tal como están concebidos los museos antiguos, con mucha solemnidad y pomposidad, como si el arte debiera ubicarse en un recinto al que hay que acceder a través de espacios de secuencia”.
El arquitecto considera que el museo debe estar al mismo nivel de la entrada, ser un recinto que propicie un diálogo inmediato con el público. Esto será posible porque el diseño del edificio tiene una forma circular dividida en dos por un pasaje público obligado, una calle cubierta que une la zona cultural de teatros y sala de conciertos con la Biblioteca y la Hemeroteca Nacional y que permitirá a los transeúntes ver las salas del museo al pasar.
El museo participa al exterior de varias formas: tiene una fachada con un voladizo que le crea un pórtico de entrada a la Sala Nezahualcóyotl, de modo que una persona que llega en taxi a un concierto puede circular a cubierto y llegar hasta la sala a través del pórtico. “La gente podrá apreciar desde la plaza el espectáculo de las salas del museo a través de las grandes ventanas de cristal”.
Albergará la colección de arte contemporáneo más importante del país
El MUAC albergará la más importante colección pública de arte contemporáneo en el país, integrada por la obra que ha adquirido esta casa de estudios desde hace algunos años y que, con el apoyo de su Patronato, se ha incrementado notablemente en los últimos dos años.
En esta colección, que asciende a más de 19 mil piezas, se encuentra la obra de artistas que en su mayoría no habían estado presentes hasta ahora en las colecciones públicas del país. Será un acervo único en su especie, razonado, coherente, con obras representativas de las múltiples tendencias y corrientes surgidas en México a partir de 1952. La flexibilidad del museo hará posible reunir, además de la colección permanente, exposiciones temporales. Está organizado por grupos de salas de distintas alturas a los que se accede por tres corredores interiores, lo que permitirá montar distintas exposiciones en cada pequeño grupo de salas y a la vez usar todo el museo para una sola exposición monumental.
Un elevador de siete metros de largo por cuatro de ancho, diseñado como una gran plancha, conectará el área de bodegas, que se ubica en la parte baja del edificio, con las salas para manejar el acervo.
Se trata, explica González de León, de un espacio planeado a detalle con amplias áreas para los talleres de museografía, así como para el manejo intelectual de toda la institución.
Entre la roca volcánica
En el entorno del Centro Cultural Universitario, al lado de los otros edificios de concreto gris, construidos en la segunda parte de la década de los 70, el MUAC será el contrapunto del paisaje. En una vista aérea hipotética se aprecia como una hermosa construcción de concreto blanco que destaca en medio de los edificios más antiguos del entorno del Pedregal.
El diálogo que propone González de León entre su edificio de concreto blanco y cristal con la roca volcánica y el concreto gris, tiene múltiples lecturas. Desde el punto de vista de la forma se proyectó como una estructura de forma redonda y cortada después para crear el pórtico.
Esto, dice el arquitecto, responde a ciertas condiciones geográficas del lugar. Por ejemplo, a que la avenida de acceso no es paralela al eje que forman todos los edificios del Centro Cultural Universitario. La forma redonda se ajusta perfectamente a la desviación de la avenida de acceso, porque no se percibe que el edificio no esté alineado a dicha avenida. Por otro lado, de acuerdo con el arquitecto, la forma redonda se instala bien en los edificios del centro que tienen muchas asperezas, salientes y entrantes. “La misma textura áspera del concreto rayado se instala bien con la forma del nuevo edificio y, claro, pretende contrastar”.
Por otro lado, adelanta el arquitecto, toda la parte sur y norte del edificio donde se ubican los servicios del museo va a construirse entre la roca volcánica; tanto en la biblioteca, la cafetería, el auditorio y la sala de conferencias, la roca se integra al edificio. “Éste establece un diálogo con la roca volcánica del Pedregal, algo que olvidamos de este lugar donde se encuentra una de las joyas geológicas del mundo”, precisa.
Se trata de un trabajo minucioso, anotado detalladamente en planos, que se está contemplando desde ahora en el proceso de excavación. “Con las máquinas más modernas para excavar se puede hacer muy bien ese trabajo. Antes era difícil porque la dinamita rompía toda la roca, pero ahora puede hacerse un corte en línea recta con estos monstruos que pican la piedra y levantan”, explica González de León.
En el recorrido que realizó González de León por decenas de museos del mundo –previo a la planeación del MUAC– eligió los países que hoy representan la vanguardia en la cultura de los museos de arte contemporáneo, especialmente Japón y España. Fue en el primero donde el arquitecto encontró la fuente más importante de inspiración para diseñar su museo.
“Me inspiraron varios, pero uno que me impresionó muchísimo fue el Museo de Arte Contemporáneo Siglo XXI de Kanazawa en Japón, un lugar al que regresé hace un par de meses para participar en un encuentro sobre naturaleza y arquitectura.”
Un nuevo rostro al CCU
Teodoro González de León se atreve a jugar y, como en una puesta en escena, asigna un personaje a su edificio en el entorno del Centro Cultural Universitario.
“Desde luego, es el último, pero tiene un papel importante en el conjunto, aparte de llenar el lugar del museo que faltaba”. La plaza que se construye frente al museo, donde originalmente estaba el estacionamiento 2, ahora será una explanada que servirá como entrada principal al Centro Cultural. Debajo de la plaza, que se planeó con una perspectiva que permitirá la contemplación del paisaje de los volcanes, se construye un estacionamiento subterráneo.
A los recintos del Centro Cultural Universitario se llega desde los estacionamientos y entre los automóviles. Ahora va a tener una plaza de entrada por donde la gente va a poder caminar a sus anchas para arribar a ellos. La plaza, que va a conservar su paradero de autobuses al frente, le va a dar coherencia a todo el conjunto.
Vecinos cercanos
El MUAC será vecino cercano de otro personaje fundamental del Centro Cultural Universitario: la Sala Nezahualcóyotl que goza de prestigio internacional por su belleza arquitectónica y tecnología acústica.
Se construye a sólo 25 metros de la sede de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, un recinto que, desde el punto de vista de González de León, ha sido afectado en su imagen arquitectónica debido a la vegetación que la rodea caóticamente y cubre la vista de sus entradas. El arquitecto propone trabajar en los jardines aledaños, como lo hacen los japoneses, valorar cada segmento, de modo que si se trata de ponderar la vista de una roca, sea posible adaptar la vegetación.
“En la Sala Nezahualcóyotl lo vamos a hacer, porque todavía hay rocas vírgenes maravillosas; ya hasta las hemos fotografiado, las tenemos totalmente identificadas para que salgan. Son esculturas maravillosas que deben ser apreciadas”.
La contemplación del paisaje, desde la plaza principal que unirá el MUAC con la zona de oficinas de la Coordinación de Difusión Cultural, dependerá en gran medida de abrir esos espacios entre la maleza.
Algo semejante sucederá con La espiga, escultura de Rufino Tamayo que se ha convertido ya en el símbolo de la Coordinación de Difusión Cultural. La escultura ya fue desprendida de su base para colocarla posteriormente en el mismo sitio, casi al ras del piso, para que los transeúntes la puedan apreciar. “Propuse que le quitaran la base, porque era muy alta y no permitía que la gente la viera.”
Entre los primeros constructores de CU
Teodoro González de León es un universitario con el prestigio y la trayectoria para continuar con el desarrollo arquitectónico de Ciudad Universitaria. Fue uno de los arquitectos que proyectaron el plano original de Ciudad Universitaria en 1946. Cuando era estudiante de la carrera de Arquitectura, su maestro de composición Mario Pani, con quien también trabajaba en su despacho, lo invitó a participar en el concurso interno de la Escuela de Arquitectura para el proyecto del conjunto de CU. González de León, junto con Armando Franco y Enrique Molinar, que ya murió, fueron los autores del proyecto ganador del concurso interno. El proyecto de los tres estudiantes, desarrollado después por Mario Pani y Luis Magaña, fue el que ganó el concurso nacional.
El museo que está construyendo en el Centro Cultural Universitario no sólo inaugurará una nueva etapa del conjunto cultural en términos arquitectónicos, por todo lo nuevo que plantea, sino también se erige en el contexto de la ciudad de México y del país como una de las obras más avanzadas para la difusión del arte contemporáneo. “El Estado ha dejado de comprar obra de arte contemporáneo para los museos, lo cual es trágico, pero tampoco ha construido museos hace varias décadas”, afirma. En este contexto “el MUAC es el único espacio que va a responder bien al arte contemporáneo, al arte que estamos viviendo en este momento”, concluyó González de León.
Estela Alcántara
Texto publicado en Gaceta UNAM (No. 3951, 11 de enero de 2007).