El mar que nos vendieron en la infancia: El mar de la memoria y los recuerdos

“Escribí sobre aquellos seres más desnudos que su sombra. Con ellos fui infeliz. En ellos me he salvado…”, recita Vicente Quirarte en un poema donde se apropia de la voz de Juan Carlos Onetti, y de sus fantasmas, para aludir a su propio mundo interior y a sus demonios. Esto puede escucharse en el volumen El mar que nos vendieron en la infancia (2015), dedicada al poeta capitalino, de la colección Voz Viva de México.

Como refiere el escritor cubano Alejandro González Acosta en el prologo del volumen de Quirarte, en El mar que nos vendieron en la infancia nunca aparece el océano de los barcos y los peces, sino uno interior, instalado en las memorias y los recuerdos del poeta: “No hay presencia del coloso azul en estas páginas; si acaso, sólo como evocaciones, recuerdos infantiles… no es un poemario marítimo, sino urbano”, explica González Acosta.

A partir de su voz, el poeta nacido en 1954, propone una inmersión entre las calles, los barrios, las atmósferas y sus recuerdos en torno a la Ciudad de México, tema recurrente en su obra, y al que también alude en el libro Fundada en el tiempo. Aires de varios instrumentos por la Ciudad de México.

Mar y ciudad

El audiolibro toma su título de los versos: “El mar que nos vendieron en la infancia era un monstruo sin dueño…”, tomados del poema 1, del libro Zarabanda con perros amarillos. El mar al que remite el autor en su lírica, no sólo se encuentra en el recuerdo sino que da fisonomía a la ciudad misma; es su gente, sus calles, la lluvia que la cubre e incluso su arquitectura.

Quirarte pareciera extraer la lírica metafísica de importantes poemas de largo aliento con tema marítimo, quizás de “El cementerio marino” de Paul Valéry, para plasmarla en el rostro y la esencia de la urbe mexicana.

Desde esta alquimia literaria propuesta, el oleaje marino recorre las calles de la ciudad, misma que se parte en una dualidad; por un lado el poeta pinta su parte material y, por el otro, nos sumerge en su esencia metafórica. Geografías ambas, que Quirarte reconstruye desde la palabra, como se revela en los versos de “Elogio de la calle”, del libro Teatro sobre el viento armado: Recortar los negros edificios / contra el cobalto del cielo; / desinflar las llantas a los Cadillac / y esperar a su dueño enfurecido; / mientras deshojar poco a poco / un libro de Walt Whitman / sobre el río oscuro de la calle

Imágenes y ritmos del lenguaje fluyen en el poemario de Quirarte, donde la ciudad se nutre de los rostros del pasado y se funde con las apariciones femeninas que circundan el imaginario del poeta. En un primer encuentro surge el personaje de la madre, en el poema “Luz de mayo”, del libro homónimo. En otro momento aparecen las mujeres amadas, las compañeras, como en los versos de “Sirena del tiempo”, de El ángel es vampiro. Más adelante, accedemos al encuentro de la ciudad misma, como en “Habla el Centinela”, de Ciudad de Seda.

Escritura, amor y tiempo

La escritura, el amor y el paso del tiempo son quizás las líneas principales que Quirarte teje en esta antología poética. Para la compilación de este libro, también se seleccionaron poemas de los libros Calle nuestra, El peatón es asunto de la lluvia, Puerta el verano, El ángel es vampiro, Enseres para sobrevivir en la ciudad, Ciudad de Seda y Armados.

Vicente Quirarte ha sigo galardonado con el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco González León, 1979; el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas, en 1990; el Premio Xavier Villaurrutia, en 1991, y en 2011, con el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde, de Zacatecas.

Jorge Luis Tercero

El audiolibro El mar que nos vendieron en la infancia, de la colección Voz Viva de México de Literatura UNAM, se encuentra disponible en librerías universitarias.