Cientos de casetes y LPs empolvados y desestimados por más de 20 años. Nombres de bandas tan chistosas como repelentes a la sociedad conservadora: Acidez, Escoria, Chavas Activas, entre otros. Portadas que intentan herir a aquel que no habla su lengua; como aquella de la Virgen de Guadalupe en pantimedias. “¡Oh, por Dios!”, exclama una mujer de unos sesenta años cuando observa la imagen. ¿No es eso lo que deseaban los punketos de los 80? ¿Ser ácidos y subversivos? ¿Decir: “aquí está la escoria de la ciudad”? ¿Propagar el sexo libre y sin consecuencias? Demo Punk: Alternativa y Resistencia reúne materiales (vinilos, casetes, carteles y volantes) que nos hablan de aquella época en la que el punk irrumpió en México.
Con una década de atraso, la rabia y rebeldía que implicaba ser un chico punk no se diluyó en nuestro país: cobró exactamente la misma fuerza. Años de autoritarismo, crisis económicas, falta de regulación urbana y más, sumado a la creciente tecnología del “hazlo tú mismo” (DIY), convirtieron la cultura punk en México en una realidad latente. Por siempre, la búsqueda de espacios alternativos –tanto sociales como culturales–, desata la necesidad de quebrantar lo establecido; lo visible; lo que todo el mundo acepta como existente y legitimador. Llega una pregunta incisiva: ¿Qué implica ser parte de una ola contestataria?
En el caso del punk, originado en la década de los 70, se creó un discurso que rescata las voces de los “outsiders” de países desarrollados, como es el caso de EUA o Reino Unido. Sus voces, transformadas en gritos y líricas ofensivas, alcanzan niveles grotescos indescriptibles. Se ha probado que con la deformación de la narrativa oficial es cuando realmente los sonidos pueden ser escuchados; con diferentes matices de colores, dependiendo del contexto en el que se presenten.
La rebeldía del rock & roll de los 50 fracasó: la industria cultural terminó opacando a los artistas que luchaban contra la élite dominadora. Surgieron las “Estrellas de Rock”, individuos banales que vendieron millones de discos, se acostaban con fans deseosas y consumían drogas al por mayor. Esa parte del rock que implicaba dar una nueva voz a aquellos que no la tenían desapareció. De ahí el atractivo de la escena punk.
Si se analiza únicamente en la indumentaria ostentada, como el maquillaje, los estoperoles, la esvástica, botas militares, cabello pintado de colores estridentes, cadenas, perforaciones y expansiones, por mencionar algunos, se genera una imagen absurda en la cabeza. Un elemento que escupe –y muchas veces vomita– que realmente no es parte de lo que se entiende por “cotidianidad”. Una ironía o sarcasmo desmedido que representa un arma defensiva contra la sociedad.
Cuando a una persona se le arrebata su voz, muchas veces se hace pequeño y acepta su situación con rabia y remordimiento. Es intrigante descubrir cómo existieron (y existen) cúmulos de sociedades olvidadas que conforman una resistencia contra el régimen político o las condiciones de marginación y opresión cotidianas. ¿Por qué no mentar la madre al gobierno cuando mi familia no tiene trabajo ni pan que comer? No todos harían lo mismo…
Mauricio Maldonado
Demo Punk: Alternativa y Resistencia se exhibe actualmente en el Museo Universitario del Chopo. www.cultura.unam.mx