¡Tocan las campanas! Y el guardia de un asilo de ancianos corre a despertar a sus compañeros para compartir con ellos lo que ha escuchado y los demás viejos saltan de sus camas para corroborar que sí han sonado las campanas. Como el tañer no se repite, los longevos habitantes del hospital tachan al vigía de loco. Pero suenan de nuevo las campanas. Así dio inicio la adaptación de El extraño jinete, obra escrita por Michael Ghelderode en la segunda década del siglo XX, que presentó el Grupo Insha-Inicte, bajo la dirección de José Antonio Linares Lugo.
Además del vigilante, hay cuatro ancianos que a causa del desencanto que sienten por la vida, creen que no puede haber cosa peor que permanecer en un sitio olvidado, donde más bien los olvidados son ellos. La apatía se rompe cuando el vigía advierte la presencia de una sombra montada en un caballo. Esa sombra, que es la muerte, aproxima sus pasos al asilo.
El Foro Sor Juana Inés de la Cruz del CCU se convirtió en el espacio que, con una puerta, escaleras y cubos, albergó la preocupación de estos ancianos vestidos de harapos. La iluminación de la puesta en escena acentúa la desesperación que revelan los rostros de los personajes que ante el inminente arribo de la muerte, intentan reclamar tiempo extra para vivir.
Durante una hora, los ancianos negocian su tiempo de vida y por si la muerte no cediera, aprovechan ese tiempo para exacerbar sus pecados y mostrar cuánto podemos saturar un instante para justificar la necesidad de seguir vivos, aferrados a lo que sea. El vigía, en cambio, se mantiene en la puerta, feliz porque ya está cerca su partida.
La muerte en El extraño jinete es una presencia aérea porque percibimos su soplo, pero no la vemos y puede que la angustia generada por el desconocimiento de su rostro sea el detonante para que los ancianos entren en pánico, mismo que es acompañado por una pieza musical que, gracias a su distribución en precisas y pequeñas dosis, adereza la inquietud demencial que se respira en el escenario.
Sin embargo, tampoco la muerte cumple antojos, ni endereza jorobados: cuando parece que no hay un camino para huir, el vigía se dirige a sus compañeros para decirles que la muerte ha entrado al hospital. Los cuatro ancianos apuestan a que es por el viejo director. ¡Silencio! Sale la muerte con algo en los brazos. ¿Qué carga? Se marcha con un recién nacido y el espectador, gracias al ejercicio actoral del Grupo Insha-Inicte, reciente aún más la noticia.
Carina Vallejo
La obra El extraño jinete se presentó como parte del Festival Internacional de Teatro Universitario 2015-16.