El difícil problema: ¿Dónde reside la alegría, la pena o la identidad?

¿La conciencia está conectada con Dios o sólo con la materialidad del cerebro? ¿Es el altruismo una herramienta evolutiva que enmascara el egoísmo o un regalo de Dios para unir a los seres humanos? Son las preguntas que plantea la obra El difícil problema, escrita por Tom Stoppard y dirigida por Sandra Félix, que se presenta en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz.

La puesta en escena expone una batalla de ideas en la intimidad de una recámara, entre un tutor, materialista arrogante, autosuficiente y viperino, de nombre Sam, y su discípula y amante, la creyente Lary, quien según él busca lucirse con la bandera del dualismo cartesiano. Su diálogo post-coito adquiere dimensiones teológicas.

La confrontación intelectual se extiende al Instituto Krohl de Neurociencia, donde trabaja Lary, y se da entre ella y sus jóvenes colegas. Lary, superdotada estudiante de psicología, está obsesionada por el misterio de la conciencia. Pone en entredicho a los científicos del instituto al cuestionar las realidades materiales del cerebro. Reflexiona sobre la conciencia individual, la predestinación de la neurobiología y las rebeliones del azar.

El debate se aligera, pero no desaparece. En una escena, la pequeña Kathy pregunta con gracia a su progenitor sobre cualquier cosa que se le ocurre en el momento. Jerry parece ser un buen padre, es didáctico y paciente, lo que no se contrapone a su desmedida ambición en el mundo de los negocios, y la insolencia con la cual trata a sus socios y empleados del Instituto Krohl y de una empresa dedicada al fondo de inversiones de riesgo, de la que también es dueño.

La casualidad, el destino o quizá un “milagro” vincularán más adelante al magnate con la entusiasta Lary, la creyente que reza todas las noches, aquella que sabe que la conciencia es tan difícil de demostrar como la intervención divina, y que no cesa de interrogarse: ¿dónde residen la alegría, la pena, la identidad, los valores morales?

Stoppard entrega al espectador una avalancha de información que omite las banalidades, y donde el verbo somete a la acción. Más que enterarse uno de las historias de los personajes, el juego consiste en escuchar sus disertaciones.

En El difícil problema, los personajes están al servicio de una reflexión y para ello se valen de todo un repertorio de ideas. Su desafío es mantener la atención alrededor de un enigma insoluble, filosófica y científicamente inabarcable.

René Chargoy Guajardo

El difícil problema se presenta hasta el 17 de junio en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz. Consulta funciones en www.cultura.unam.mx.