El día es azul, el silencio es verde, la vida es amarilla: Los puentes entre Mathias Goeritz e Yves Klein

A finales de 1959 y principios de 1960, el escultor y arquitecto mexicano Mathias Goeritz conoció en Europa a Yves Klein, el artista francés que desde ese entonces ya se perfilaba como uno de los más grandes provocadores del arte contemporáneo. Poco después, ya en México, el escultor entabló una breve relación epistolar con Klein para invitarlo a colaborar en la revista Arquitectura México (1938-1978), de la que fuera editor de la sección de arte durante varios años.

Lamentablemente, esta colaboración no pudo ser concretada a causa del infarto que arrebató de forma repentina la vida a Klein en 1962. Sin embargo, estas cartas dejaron testimonio de algunas impresiones que tenían sobre el arte de sus tiempos. Tal es el caso de Goeritz, que ya no creía en el arte como expresión del individuo nihilista, que manifestaba la carencia de espiritualidad del ser humano, y a pesar de no coincidir con las ideas de Klein, veía en ellas una posibilidad de “espiritualidad metafísica”, según escribe el arquitecto en una carta fechada el 17 de octubre de 1960.

Tras la muerte del creador del International Klein Blue (IKB), Goeritz escribió el texto Una defensa, en la misma revista de arquitectura, para afirmar, contra la opinión de varios críticos de arte de la Ciudad de México, cuán importante era la obra de un artista tan radical como Klein, por sus hallazgos sobre la “pintura absoluta”, a los que llegó con la idea del cuadro puro, monocromático, como última consecuencia de la estética moderna.

Hoy, de manera paralela a la exposición de Yves Klein en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), el Museo Experimental El Eco pone en conversación una vez más el concepto de “arquitectura emocional” de Goeritz, así como el trasfondo metafísico de su obra, con la proyección inmaterial de Klein y sus ideas del monocromo, al presentar la exposición El día es azul, el silencio es verde, la vida es amarilla

La muestra debe su nombre a uno de los poemas escritos por Klein en 1952, una declaración en la que el artista francés intenta definir su posición en el arte al explorar el fenómeno de lo visible, una afirmación de lo que después se volvería uno los temas más recurrentes en su carrera: lo cromático como acontecimiento y acción.

Se exhiben, como parte del archivo vivo del museo, las cartas mencionadas, en original y traducidas, así como un ejemplar de la publicación número 80 de la revista Arquitectura México, en la que Goeritz publicó su defensa a favor de Klein.

El día es azul, el silencio es verde, la vida es amarilla… también explora la noción de un campo de producción más allá del momento histórico que la vio nacer y muestra cómo en la actualidad el problema cromático en el arte, como acontecimiento y terreno de acción, que tanto inquietó a Goeritz y Klein, aún puede ser fuente de creación en nuestra época, como lo es para los seis artistas que exponen su trabajo en esta ocasión: Andrea Martínez, Claudia Fernández, Gonzalo Lebrija, Yolanda Paulsen, Emanuel Tovar y Melanie Smith.

Andrea Martínez presenta las impresiones digitales 60”08’00”N2333’00”E,2015, que intercaladas con las demás piezas que se exhiben, indagan sobre el uso de la luz y el paisaje, al hacer una referencia directa al territorio, mediante coordenadas que se tornan abstractas al ojo, por los cielos cambiantes que registra.

Por su parte, Claudia Fernández muestra una serie de cuadros, en diferentes tonalidades de azul, de óleo sobre tela o madera, colocados en el suelo de la sala superior del museo, en los que explora las posibilidades de la pintura como una forma de expresión en torno a la inmensidad del universo, y al mismo tiempo, refiere a la construcción cosmogónica personal de la artista.

Gonzalo Lebrija presenta Unfolded Gold (Estrella de la Noche / Diamondback / Gamma Sagitae), tres paneles dorados tridimensionales que dan una idea de vuelo, pues su referencia nace de los dobleces en los aviones de papel. También nos encontramos con la pieza Contrapunto, de Yolanda Paulsen, una serie de seis esculturas realizadas en bronce que evocan la “animalidad” y refieren a los problemas de abstracción de lecturas espaciales y formales dentro del terreno de la arquitectura.

La pieza sonora Blue, de la inglesa Melanie Smith, reproduce un texto político literario sobre el uso de la palabra para nombrar los colores de las cosas, en específico el azul. Por último, y casi como un acto de rebeldía, la pieza de Emanuel Tovar, Crónicas de vuelo III, muestra una serie de pequeños objetos que son restos de pintura desprendida de esta torre, como una forma de devolver al espacio el amarillo que temporalmente ha desaparecido y se ha convertido en Azul Klein (IKB), hecho que termina por materializar este oxímoron del arte contemporáneo.

Kevin Aragón

El día es azul, el silencio es verde, la vida es amarilla… permanecerá abierta al público en el Museo Experimental El Eco, hasta el 18 de febrero. Para más información, visita: www.cultura.unam.mx.