Mario Barro Hernández, invitado del CUEC para impartir el Taller de cine con celular, tomó un dispositivo móvil y comenzó a grabar un Vine. “Ahí está”, le devolvió el objeto inerte al dueño. En los seis segundos de grabación se registraron una serie de cuadros: la cara, un tanto distorsionada, del surreal Luis Buñuel, filmada desde un póster, un hombre declarando su ateísmo y unas personas que miraban hacia la cámara. Eso era todo, una simpleza aparentemente sin chiste alguno, meros juegos de la imagen en miniatura filmada in situ. Pero habría que ser justos, habría que preguntarnos cuándo, hace diez años, soñamos que podríamos tener la posibilidad de elaborar pequeños videos con aparatitos como los que se veían en las películas de James Bond con Pierce Brosnan o Sean Connery.
¿Qué es esto de andar capturando la realidad desde nuestros celulares? ¿En qué consiste hacer cine desde un smartphone? Para Barro Hernández, la realización de cortometrajes con celulares tiene más ventajas que desventajas: “Obviamente si lo comparamos con el cine hay más dificultades desde el punto de vista de la estética porque la imagen no alcanza ciertos estándares; pero las ventajas son infinitas en la facilidad de manejo de un celular ante una cámara profesional. Esto permite una mayor accesibilidad al mundo de la imagen-movimiento y la narrativa audio visual”, destacó.
Experimentación desde el celular
El taller retoma algunas ideas de antecedentes en el rubro, como el cortometraje Noche de pesca (Night Fishing, 2012), el cual fue realizado con un iPhone 4 por el coreano Park Chan Wook; y los experimentos y propuestas de otros realizadores que hablan de trabajar con celulares, como Martin Scorsese.
“Queremos que la gente pierda el miedo a la producción audiovisual que conocemos todos, ésa de grandes presupuestos y grandes equipos. De un tipo de producción como la que surge en los móviles vemos emerger nuevos talentos y muchas voces frescas, más allá de los cineastas consagrados que tienen todo el acceso a la tecnología más novedosa. Esto es gran campo de experimentación para los que van empezando”, explicó Barro.
A pesar de que el taller no se centra en una sola plataforma ni está atado a una red social de videos, se retoman de manera global algunos conocimientos sobre aplicaciones como Vine, Instagram, Vimeo o Youtube. Para el tallerista estas apps son recursos sumamente útiles, en especial Vine, que en 6 segundo permite crear piezas visuales, contar mini historias y otros juegos: “Al final se trata de que desarrollemos esa capacidad casi intuitiva de narrar con imágenes”.
Un corto filmado en la FILEY
El objetivo del taller es la realización de un cortometraje durante los días designados, pero yendo más allá, el punto central es que los asistentes se familiaricen con estos formatos, con técnicas de narrativa, realización y producción audiovisual. En resumen, el contenido teórico del taller abarca las cuatro fases de una producción en forma.
“Tal y como lo hemos orientado tanto los participantes como yo, en el curso se pretende realizar un cortometraje de ficción durante los días de trabajo, además que se filme en el espacio de la feria para integrarnos al contexto que nos alberga. En el filme se contará una historia que los propios participantes han escrito”.
Este taller, que fue totalmente gratuito, culminó el viernes 13, día en que los alumnos dieron los últimos acabados al cortometraje de cuatro minutos que surgió de sus celulares. El cine está en el ojo, no en la máquina, como nos recuerdan con su existencia las muchas veces mal empleadas cámaras de estos insensatos dispositivos móviles.
Jorge Luis Tercero