Conjunto de dolorosas y punzantes realidades. La historia de la humanidad sólo podría resumirse en un constante vaivén de incertidumbre que se apodera de la mayoría de los procesos sociales en todo el mundo. Normas que rigen el día a día de la política, la economía y hasta de las formas de expresión, reglas que en un plano tangible poco contribuyen a un mejoramiento sustancial.
El arte es una construcción social que excede lo meramente estético ya que también posee funciones comunicativas que trascienden por medio del simbolismo y la subjetividad individual o colectiva. En distintas épocas se han desarrollado numerosas corrientes y cánones que han dictado la manera en la que el arte debe construirse y concebirse. Sin embargo, a principios del siglo XX, el surgimiento de una tendencia contracultural comenzó a cambiar las motivaciones de su realización.
Partiendo de lo anterior, la muestra Infiernos artificiales invita a pensar en el arte como una serie de manifestaciones capaces de transgredirse, de cuestionar la vida cotidiana en la que se desenvuelven y se reinventan constantemente. Guardan un compromiso con la libertad y la autonomía que define al hombre como sujeto creador, a través del uso de variadas técnicas: instalaciones, collage, audiovisuales, entre otras.
Las 13 obras que conforman esta exposición colectiva son un llamado a la reflexión, pero sobre todo, a la acción en tanto que representan situaciones actuales. Mecanismos que logran transformar la percepción; no se conforman con la pasividad y restablecen sus lazos con la comunidad al incluir temáticas de interés público como la crisis democrática y mediática que permea el panorama.
De acuerdo con la curadora Alexia Tala: “hoy en día, el arte contemporáneo pone al artista en otra posición; el artista no crea su obra solamente con materia, también con ideas estéticas. Es visto como un agente activo capaz de producir un cambio y que muchas veces sostiene una responsabilidad social y algunas veces también, educativa”.
El título de la muestra es retomado de un texto escrito en 1921 por André Breton —padre del surrealismo—, en el cual explicaba la experiencia del Dadaísmo, movimiento cultural y artístico que surgió en 1916 y que también se caracterizó por rebelarse enérgicamente contra las convenciones de su tiempo.
Miriam Domínguez
Infiernos artificiales se presenta hasta julio del 2015 en Museo Universitario del Chopo, Galería Helen Escobedo. Consulta los horarios de visita en: www.cultura.unam.mx.