Desdémona frente al cadáver: ¿ficción o versión de la atroz realidad femenina?

Desdémona significa desdicha. La dicha y repetida historia: Otelo que cela. Un Otelo de nombres y apellidos infinitos. Shakespeare siempre presente. Ahora más que nunca. Desdémona frente al cadáver propone una narrativa ante el feminicidio creciente. Dolorosa dramaturgia cotidiana llevada al teatro: la tragedia diaria del noticiero.

La reinterpretación de Otelo, el moro de Venecia, que ensaya Patricia Yáñez, parte de la muerte de Desdémona, a quien ella misma protagoniza en la propuesta que también dirige con José Antonio Becerril como Otelo.

A diferencia del clásico, la historia se cuenta desde una perspectiva femenina, dando voz a un cadáver: el de Desdémona. ¿Quién es ella? Cualquiera. Cualquier Amor mío, Mi cielo o Paloma que deviene Impúdica, Ramera, Puta –así reza la sucesión de apelativos del asesino a su víctima a lo largo de la obra original.

Decenas de tacones y sandalias de mujer, hierbas, un muro translúcido que pliega los reinos de la vida, la muerte y el ensueño. Desdémona visita a Otelo después de morir. El espectro atestigua el desamparo del feminicida: la postrera ausencia del acto asesino. Lo que falta cuando se ha borrado del mapa no al celo, sino a la celada.

La angustia de ambos se trenza en una danza frenética: ¿A dónde va tu nombre? ¿A dónde van los nombres? ¿Cómo se acaban los celos? ¿Con la muerte? ¡Es un error! Irremediable.

Desdémona es la culpa y la culpable. Y es, siempre, la justificación del celoso. Otelo es el desconfiado que hurga en el celular ajeno: la sospecha como móvil de un crimen cotidiano con el que se nutren los noticiarios. El mensaje sin contexto que apunta a un posible engaño en el que ella -la desdichada- se gana la furia de un iracundo que supone que todo se acaba con ella. Ella, que no sabe de dónde viene la ofensa.

Desdémona frente al cadáver es una aventura al recuento de los hechos, en los que Otelo perjudica la trama. Hijo del deseo, del acoso y de la intromisión, termina preso de sus propios desencuentros y de sus prejuicios. Y de los juicios hace conjeturas que lo llevan ante el juicio de la historia, ese mural que se llena a diario con los nombres de las mujeres desaparecidas o muertas a manos de miles de Otelos, cada día, todos los días. La prensa publica. Y luego, el espectáculo del fiambre. Como si las muertas fuesen entretenimiento para los ojos morbosos. Desdémona grita: ¡que no muestren mi cadáver cuando lo encuentren!

El público es invitado a participar, al final de la obra, con la escritura sobre un muro, donde también se invita a escribir el nombre de alguna mujer desaparecida.

Organismos internacionales avisan que cada día mueren diez mujeres por feminicidio en México. Desdémona frente al cadáver pone el dedo en la llaga: son los desbordados impulsos masculinos los que ponen en peligro la vida de millones de mujeres. Esta obra de teatro es, más que ficción, una versión de la atroz realidad femenina, que enfrenta otro verdugo: la indiferencia de la justicia.

Con una propuesta que integra lenguajes de la danza y teatro, multimedia y el acompañamiento musical en vivo a cargo de Juan Pablo Villa, la puesta en escena de la compañía La Lejana Teatro, con producción de Teatro UNAM a través del programa Residencia Expuesta, se presenta de jueves a domingo hasta el 11 de septiembre en el Teatro Santa Catarina.

María Eugenia Sevilla

Desdémona frente al cadáver está inspirada en Otelo, el moro de Venecia, de William Shakespeare. Más información en cultura.unam.mx.