De la tierra brotan colores, de Paulina A. Monteón, pieza sobre la resiliencia

Una explosión revienta el silencio. 

Desde la oscuridad que dibuja el tono grave de chelos y contrabajos, el camino a la luz es cuesta arriba. Para llegar a la superficie y renacer, como la semilla bajo la tierra, hay que atravesar las barreras del miedo y del dolor.

El proceso de resiliencia es abordado por la compositora mazatleca Paulina Astorga Monteón en la pieza que el domingo 6 de agosto tendrá su estreno mundial a cargo de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM), bajo la batuta de Gustavo Rivero Weber, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario: De la tierra brotan colores. La obra fue compuesta en 2022 bajo el auspicio de la Cátedra Extraordinaria Arturo Márquez de Composición Musical, de la Dirección de Música UNAM.

Paulina Astorga Monteón.

“En ella trato de reflejar lo que es el proceso de sanación, tratando de dar significado al momento en el que estamos en dolor.  Lo planteo mediante la analogía del brotar de una planta, de ahí el título; pero lo importante es el brote, no llego un árbol frondoso”, explica la autora, quien es egresada de la Facultad de Música de la UNAM.

“Todos hemos tenido una pérdida en cualquier sentido: familiar, amoroso, un trabajo o algo importante; lo que sentimos que es como un piso y por cuestiones de la vida ya no está, y sentimos que se pierde el sentido, que nada será igual y hay miedo de volver a empezar, pues te sientes hasta abajo”, comparte. “Entonces surge el conflicto de querer seguir, pero hay miedo o estás enojado. Hay un miedo a volver a empezar. Pero hay que abrazar ese dolor y saber que, aunque esté ahí, hay que seguir adelante”.

Musicalmente, la obra comienza con una irrupción violenta de la orquesta en fortissimo.

“En la partitura, en las primeras notas dice ‘detonante’, que es como la acción o lo que va a provocar todo el camino que hay adelante; ese detonante puede ser lo que al escucha le parezca: el acontecimiento que provoca la pérdida, lo que a partir de ahí, se pierde. Es algo enérgico, como una explosión de la nada, toda la orquesta con las percusiones sonando: esto es lo que te rompe de golpe”.

Enseguida, todo desaparece.

“Y estás de nuevo hasta abajo, debajo de la tierra. Ahí empieza, en lo grave de las cuerdas, y va en un ascenso instrumental de temas y ritmos. Tomo en cuenta que el avance en el proceso no es lineal hacia arriba, sino que va ateniendo subidas y bajadas y vertientes hacia los lados”.

En los diferentes temas, hay un momento climático, de quiebre, dice la autora: “Como cuando a pesar de que se siente el dolor, uno se siente liberado”.

En sus 10 minutos de duración, la obra despliega el proceso del duelo.

“El dolor es algo muy difícil de atravesar, hay quien no sale. Pero es lo que te puede ayudar a impulsarte de nuevo; hay que aprender a abordarlo, no tienes que hacerlo solo. Mi obra intenta decir que se puede seguir adelante; la obra se trata de volver a construir”.

El tema final, que alude al renacer, es un guiño a las primeras notas del ascenso desde el inframundo, detalla Astorga: una escala que da ciertas notas descendentes. El brote de la planta usa las mismas notas, en forma ascendente.

“Va creciendo la orquesta otra vez, incluyendo los instrumentos, el tema melódico se va construyendo: van apareciendo las cuerdas, los alientos, hasta que llega el cuestionamiento como un momento de quiebre, como cuando te sueltas a llorar: un acorde de toda la orquesta. Este desaparece y se quedan los alientos y un solo de violín: es cuando te liberas y dices: tengo que seguir adelante”.

La obra, de grandes contrastes, va de un lenguaje modal a la atonalidad, de la nostalgia a la algidez percusiva que refiere al miedo y el conflicto interno que antecede a los primeros pasos para volver a la vida. 

“En este conflicto el tiempo sube, con todos los metales, y al final llega una tonalidad totalmente transparente: un glockenspiel y las cuerdas empiezan el tema del brotar y termina en un vals muy lento y muy dulce. Cuando está disminuyendo el acorde final, los pizzicatos de las cuerdas y el glockenspiel  terminan como en un continuará… No es un final, final; a la planta le falta todavía mucho por vivir”.

Esta es la segunda obra que la joven compositora estrena bajo la tutela del compositor sonorense Arturo Márquez con el apoyo de la cátedra universitaria que lleva su nombre, después de (Re) Encuentro, para orquesta de cámara, que tuvo su premier mundial en mayo de 2022 en el Auditorio del Museo Universitario de Arte Contemporáneo.

María Eugenia Sevilla

De la tierra brotan colores, de Paulina Astorga Monteón, se estrena en el Programa 1 de la Temporada de Conciertos de Verano 2023 de la OJUEM. Más información en cultura.unam.mx.