Bestias que acechan frente a las Ventanas

Nada más que el designio del azar y el horario fue la elección del trabajo teatral sobre el que me he propuesto discurrir, a saber, Ventanas. No se piense que, por ejemplo, escribo sobre ésta enarbolando una causa chovinista o un patológico amor a la camiseta, aun cuando el proyecto sea nacional y haya estado a cargo de una escuela de la UNAM: el Centro Universitario de Teatro.

Ventanas, basada en las obras Sueños y Solos de Wajdi Mouawad, cuenta el viaje a San Petersburgo de Harwan, un estudiante recién egresado de la carrera de actuación, cuya voluminosa tesis sobre la utilidad del arte teatral en la actualidad espera una conclusión. El propósito de la travesía es entrevistarse con un gran dramaturgo, que en esta adaptación es el propio Mouawad, y encontrar un poco de luz para su escrito.

La puesta en escena comienza cuando los actores cruzan como bólidos el espacio escénico. No hay calma., los actores visten de manera convencional y el escenario se va construyendo a lo largo de la función con bancos y tablas. Sólo hay un candil inquieto que pende de una cuerda y se escuchan tablazos, gritos y voces emulando timbres telefónicos. De pronto, los actores frenan su carrera. Uno comienza a contar la historia. El monólogo de Harwan en muchas voces. La pregunta del millón: ¿para qué el teatro en nuestro tiempo?

Después de una discusión de tonos muy elevados con su padre, Harwan decide viajar a Rusia para entrevistarse con Wajdi Mouawad. Una tormenta eléctrica interrumpe el vuelo y se debe hacer escala en Alemania. El joven habla por teléfono con su hermana, quien le avisa que su padre tuvo un accidente cerebral y está en coma.

El conflicto de Harwan se esponja, pues su vida se ha modelado por ausencias: pertenece a una familia de exiliados por la guerra, su hermano abandonó la casa, la madre murió de cáncer. Ahora el padre está al borde de la muerte. Aún así el joven actor decide continuar su empresa y llega a San Petersburgo para enterarse de que Mouawad regresó a Quebec y que regresará a Rusia en un mes.

Harwan, vuelto loco, se va a su hotel y aquí se inserta el texto de Sueños, pues todo lo que he contado hasta ahora corresponde a la trama de Solos. Así, se da paso al humor (un humor denso, encerrado en un cuarto de hotel en San Petersburgo) y los actores matizan un poco la fuerza requerida para encarnar la reacción de Harwan ante la repentina enfermedad del padre. Los espectadores también se relajan y comienzan a ser testigos del proceso creativo de un escritor encerrado en un cuarto de hotel.

Finalmente los dos textos de Mouawad se unen sin problemas, los actores recuperan su fuerza emotiva (que incluso puede ser violenta: las miradas fijas, el cuerpo tenso) y dan a la representación un cierre fuerte y trágico.

Harwan, en cambio, busca una respuesta que dé sentido a su vida, a su quehacer. No hay calma. No hay en qué creer. La respuesta de su asesor de tesis es que el viaje emprendido a Rusia es la conclusión perfecta de su tesis, es lo que quería saber, es su vida misma, su dolor, la ausencia, la guerra, bestias fieras acechándolo entre la noche de la cocina mientras va por un vaso de agua para su hermana en tiempos pretéritos.

La peor manera de concluir este artículo sería acudiendo al lugar común, sin embargo, funciona. Pirémonos imaginando cosas. Si la obra de Mouawad que se presentó en el FITU tomara la forma de un barco a bordo del cual podría ir Ulises, navegaría entre los monstruosos Escila y Caribdis.

José Alfredo Valerio Luna

Los integrantes de Ventanas pertenecen a la generación 2010-2014 del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, dirigidos por Hugo Arrevillaga. La obra se presentó durante el Festival Internacional de Teatro Universitario (FITU).