Ariadna en Naxos, pieza musical sobre la dependencia amorosa

Ariadna en Naxos es una obra orquestal del siglo XVIII divertida y perturbadora, a decir de la actriz, dramaturga y directora de escena Aurora Cano. Este melodrama del violinista, clavecinista y compositor checo Georg Benda es una pieza para orquesta y actores en la que se expresa una fuerte relación entre música y palabra. Su adaptación, con el añadido al título de Crónica de una cicatriz, podrá verse el próximo fin de semana en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.

En entrevista, Cano comenta que su propósito es revisitar el mito griego de Ariadna desde la perspectiva de la sociedad contemporánea, con una nueva mirada hacia los personajes de Ariadna y Teseo. “Reescribí todo el texto en función de la orquesta, porque éste va contra partitura. Es un texto contemporáneo sobre el amor y el abandono en el mundo actual. La música también la intervinimos, se presenta la obra completa de Georg Benda tal y como es, pero al final hay un epílogo en que se deriva a una realidad mexicana, local. Modificamos el repertorio hacia un vals oaxaqueño”.

El texto presenta una dramaturgia nueva que contiene diversos fragmentos de poesía latinoamericana. “Es un proyecto inusual y extraño, a la vez que muy estimulante, por la posibilidad de dialogar con la música de una manera tan directa, como se hacía en esos poemas dramáticos o melodramas de siglos atrás”, comentó.

Para la también directora de la Compañía Nacional de Teatro esta puesta en escena un reto divertido para mostrar el rencor de Ariadna, protagonista de una tremenda historia de amor donde ella da todo y, pese a eso, es abandonada en una isla por su enamorado. “Potenciar el lenguaje expresivo de un actor en las palabras y argumentos, apoyado en la música de Benda, es para mí es una posibilidad de magnificar la expresividad del conflicto dramático”, asegura.

“Me interesó explorar el mito mismo de Ariadna, una mujer que ante el abandono amoroso decide quitarse la vida. Fue muy difícil hacer una obra que tuviera ese posicionamiento. Ella se enamora y no es correspondida, entonces ocurre la desolación y el suicidio.

“Después de llegar a una situación de absoluta desesperación, que la hace pensar en matarse, en esta versión nuestra sí hay un espacio para la redención. Para mí era importante que Ariadna, pensándola como un personaje contemporáneo, pudiera de alguna manera sublimar ese dolor y tener una mirada un poco más sólida, de vinculación con la vida, y no necesariamente quedar tirada en el acantilado”.

El montaje, explicó, parte del dolor por el abandono y la traición. “Propone hacer un proceso de reflexión sobre lo que son los sistemas de relación en el mundo contemporáneo, en el mercado del reciclaje amoroso que en esta época está más vigente que nunca. Planteó cómo posicionarse frente a eso y tratar de aferrarse a la vida.

“Estamos en una sociedad que consume deseos y escupe destierros. Vivimos en un momento histórico en el que está bien visto el reciclaje y la medianía, la tibieza: ‘no te claves tanto, no seas tan dramático, no te azotes’. Esta sociedad condena la pasión. De pronto los grandes amores, gigantes, que todos anhelábamos, se resignificaron como dependencias malsanas, ahora todo es tóxico. En este sentido, el texto de la obra es muy irónico, muy cabrón”.

Añade que es un texto que denosta la idea de la tibieza en un mundo actual, en el que uno puede decirle a otra persona que es el amor de su vida, pero a los diez minutos ya hay otra que lo sustituye. “Se habla sobre todas esas premisas, de cómo superar una traición, un amor mal avenido, y de qué manera a un personaje como Ariadna, dramático y pasional, le es muy difícil entender la opción de una relación mesurada. Una Ariadna así es percibida como una inadaptada, pues da todo por un mal amor.

“De alguna manera el texto tiene la intención de abrir un debate sobre el exceso en el amor, preguntarse qué está uno dispuesto a hacer por su enamorado o enamorada, y reconocer dónde se hallan los límites. En la obra hay sátira y humor, es violenta intelectualmente”.

Para Cano, el sentir que uno da la vida por alguien y que ese alguien no nos retribuye, le sugirió añadir al título de la obra lo de Crónica de una cicatriz. “Si bien la Ariadna de Georg Benda termina con ella muerta, la que nosotros concebimos termina con una cicatriz, porque al final del día es como todas las etapas del duelo, donde queda la herida pero ésta finalmente cierra”.

Es una escenificación sobre el dilema amoroso. Aquí, como hace la analogía Aurora Cano, “uno desconoce lo que está pasando, lanza el hilo y se encuentra con alguien del otro lado. De ese modo empieza una historia que no se sabe cómo ha de acabar”.

Así como a su dramaturga y directora la obra deja muchos cuestionamientos sobre la vida y el amor, de igual forma puede ocurrir con los espectadores que acudan a alguna de sus únicas cuatro funciones: jueves 26 y viernes 27 de enero a las 20 horas, sábado 28 a las 7 pm y domingo 29 a las 6 de la tarde.

Producción: Teatro UNAM y Teatro de Babel; dirección musical: Rodrigo Cadet; adaptación musical: Ignacio García; actuaciones: Teté Espinoza, Muriel Ricard y Antonio Saavedra, acompañados por la Orquesta Sincrophonia. Toda la acción dramática sucede en la isla de Naxos, pero no está exenta de extenderse a otras geografías; ya el espectador lo dirá a partir de su propia peripecia amorosa.

René Chargoy Guajardo

Ariadna en Naxos. Crónica de una cicatriz tendrá únicamente cuatro funciones en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Más información en cultura.unam.mx.