A cinco años de su fallecimiento, aún tristes, pero también congruentes con la ironía y el sarcasmo que caracterizaba al escritor Carlos Monsiváis, se reunieron sus amigos más cercanos para evocar la vida y obra de uno de los autores más importantes del folk urbano mexicano de los últimos años.
Esa noche quedó claro que, aún después de su partida, Monsiváis es uno de los intelectuales más queridos en diversos sectores de la sociedad mexicana; representa la labor del crítico implacable, el humorista mordaz y el soporte de las causas de las minorías; desde punks, jóvenes militantes, travestis o miembros de la comunidad gay.
Recordando a “Sansimonsi”
Con gran sentido del humor, como quien hace un guiño a la personalidad del autor de Días de guardar, la charla inició con la intervención del caricaturista Rafael Barajas “El Fisgón”, quien en un texto irreverente reveló una supuesta solicitud de beatificación de “Sansimonsi”.
Aseguró “El Fisgón” que su gran camarada tenía el don de la ubicuidad, “parece imposible que Carlos haya escrito y dicho todo lo que se dice. Una de las teorías explica que se trata de un acto de mitomanía colectiva que servía para levantarle la moral a un pueblo acomplejado y apabullado”, bromeó.
No es gratuito que los amigos intelectuales de Monsiváis queden asombrados ante su ingenio y conocimiento, ya que el escritor era poseedor de una curiosidad incansable, era según “El Fisgón”: “un niño prodigio, un intelectual público, un crítico inclemente, un escritor polifacético y prolífico, un símbolo sexual atípico, un erudito multidisciplinario, un filósofo del mexicanismo tardío, un liberal juarista incrustado en el siglo XX, un activista comprometido con las causas más perdidas del país.”
Monsiváis y el cine
Otro de los amigos cercanos a Carlos Monsiváis, con quien compartió su afición al cine, Carlos Bonfil recordó el registro puntual que el “Groucho Marx de la Portales” tenía sobre la actualidad fílmica del país y del extranjero; escribió ensayo, artículos y memorizaba filmografías completas.
Además, destacó el gusto de Monsiváis por la comedia mexicana, el western y el noir: “el mismo afán de coleccionista que lo llevó a acumular un acervo notable de emblemas de la cultura popular mexicana, lo manifestó en su acopio de clásicos de cine en DVD; de películas clásicas e independientes en términos de diversidad sexual, enriqueciendo día a día su videoteca personal”.
El luchador social
Carlos Monsiváis mostró abiertamente su apoyo a la comunidad LGBT, admiraba el valor y coraje de los activistas gay que “situándose a la vanguardia moral de la sociedad supieron sobreponerse al desastre de la epidemia del VIH y responder colectivamente de manera inédita y ejemplar”, señaló Alejandro Brito Lemus, editor de la revista Letra S y compañero en esta causa de Monsiváis.
En su intervención, el economista Rolando Cordera recordó a Monsiváis como sal de la crónica y dictador implacable de la nota y del ensayo, “su obra se convirtió en unos de los mejores registros de los cambios sociales y de las pequeñas conquistas de una sociedad que se organiza y se obstina en no abandonar el ya largo camino a la democracia.”
Sus escritos muestran una profunda indignación personal, se convirtió en una voz del reclamo nacional y popular de la democracia y las nuevas formas de constituir y ejercer el poder y planteó la cultura como palanca primordial de la democracia y de la política, “sin lo público no hay vida intelectual ni espacio para la sensibilidad estética que lleva la cultura”, dijo Cordera.
Oda al desmadre
La crítica literaria Jean Franco rindió homenaje a Monsiváis con uno de los temas preferidos del cronista mexicano: el desmadre. Recordó el respeto y empatía que éste profesaba por el pueblo: “Para Monsiváis la muchedumbre no constituía una masa anónima, él no despreciaba a la masa como algunos de los modernistas europeos, para él era el barómetro del cambio social”.
Franco habló del desmadre como una necesidad social, algo más que el desahogo o la energía imposible de frenar. El desmadre que borra jerarquías, contenido, por ejemplo en su obra Apocalipstick.
Qué vamos a hacer sin tí, Monsi
“Carlos Monsiváis fue también un comprometido activista en contra de todo tipo de discriminación. Conoció en carne propia la discriminación pues como él mismo decía fue hijo de madre sola, pobre, protestante y aparte, fue homosexual. Le tocó nacer del lado de las minorías”, así recordó a Monsiváis la antropóloga y activista Marta Lamas.
Por su parte, el escritor y periodista Fabrizio Mejía leyó una parte de su crónica “¿Está el señor Monsiváis?”, publicada en 2010 en Gatopardo, para honrar al cronista mexicano, antiguo habitante de la colonia Portales y ahora del imaginario colectivo mexicano.
El periodista Jenaro Villamil, por su parte, recapituló que en agosto del 68, en pleno seno del movimiento estudiantil, Carlos Monsiváis ubicó en el suplemento de la “Cultura en México” de Siempre! un primer compendio que documentaba la intolerancia del régimen priísta y en especial del diazordacismo. Esta primera antología fue el germen de la gran columna del homenajeado.
Elena Poniatowska compartió con el público asistente el texto que le dedicara a Monsiváis en 2010 en el Palacio de Bellas Artes, espacio donde se le rindió homenaje de cuerpo presente, en aquella memorable despedida en la que, como muestra de respeto, se cubrió el ataúd del pensador mexicano con la bandera gay.
“Tú eres el enfrentamiento a nuestra clase política y a nuestra clase empresarial, tú confrontas decisiones y declaraciones tramposas e irreales”, expresó la autora de Hasta no verte Jesús mío. “Qué vamos a hacer sin ti, Monsi, cómo vamos a entendernos, cómo vamos a comenzar el día sin tus llamadas telefónicas”, leyó Poniatowska con voz conmovida. Entre el público, los que antes reían con los testimonios humorísticos e irónicos, ahora soltaban una que otra lágrima. Noche catártica en honor al Monsi de todos tan querido.
Mina Santiago y Jorge Luis Tercero