Conforme pasa el tiempo, la obviedad y lo inmediato se vuelven cada vez más difíciles de percibir en la vida diaria. La naturaleza de la cotidianidad los hace invisibles. Quien vive en una ciudad, símbolo de trabajo, cobijo, educación o éxito, muchas veces elude las preguntas más sinceras y menospreciadas de la realidad contemporánea: ¿Estoy a gusto en donde vivo?, ¿tengo lo que verdaderamente necesito?, ¿soy feliz? La brutal maquinaria que desata el capitalismo ha otorgado demasiadas comodidades a la existencia: drenaje, seguridad, confort, alimento. Es curioso cómo el progreso tecnológico abandona al mismo tiempo, y con una devastadora rapidez, las necesidades más fundamentales del ser humano: amistad, amor, felicidad, compañía, entendimiento.
La ciudad. Sus afectos, exposición que reúne esculturas y fotografías del MUAC y de la Colección Isabel y Agustín Coppel (CIAC), exhibe elementos que invitan a cuestionar la existencia de las urbes. Momentos atrapados por las manos y los ojos sensibles del artista rescatan un torrente de sentimientos escondidos. Emociones que, en el flujo habitual, se vuelven etéreas e inconstantes.
La muestra detona una interrogante dolorosa: ¿Cómo es posible que en un lugar habitado por millones de personas exista el sentimiento de soledad? Una niña llora en silencio en un tren en la India; dos amantes se desconocen en la jungla urbana japonesa; un cúmulo de adolescentes desanudan su ira en un concierto de punk; una fría escultura de apretados cubos grises, como las ciudades del ahora.
Émile Durkheim, en su libro El suicidio, analiza las sociedades modernas. Éstas, presionadas por un ideal de notoriedad y victoria irreales, alcanzan niveles de aflicción insostenibles, que muchas veces culminan en el despojo de la propia vida. Inmediatamente resuenan estas reflexiones en la serie de fotografías más conmovedora de la muestra: un grupo de personas auxilia a un suicida potencial en la cúspide del Toreo en la década de los setenta. Parece ser que hemos prestado oídos sordos a los pensadores de antaño. Si no cuestionamos las emociones que padecemos como seres humanos en las ciudades contemporáneas, viviremos una larga y devastadora “Era de la soledad”, todos seremos suicidas potenciales en alguna cúspide de nuestra ciudad.
Mauricio Maldonado
La ciudad. Sus afectos se exhibe actualmente en el Museo Universitario de Ciencias y Artes, MUCA Roma. Se presentará hasta el 6 de septiembre. Consulta horarios de visita en: www.cultura.unam.mx.