Plácido aislamiento, gloriosa soledad que convoca a la despreocupación. Lorenzo (Jacobo Olmo) se encuentra apartado bajo sus propios términos en el sótano del edificio donde vive. Tiene catorce años y en él se refleja el aislamiento emocional y social que representa para algunos la adolescencia; se comporta de una manera que pocos entienden.
Similar y a la vez contrapuesta, aparece Olivia (Tea Falco). Absorta en un ritmo existencial acelerado, es una tormenta que diluye la tranquilidad y paciencia. ¿Lazos de sangre dispuestos a unirse? Realidades divergentes destinadas a converger en la comprensión de un cariño fraternal que resulta auténtico.
Bernardo Bertolucci reaparece en la escena cinematográfica después de diez años de ausencia con una cinta que muestra perspectivas distintas de la vida, “sin un punto de vista dejaríamos de ser siempre el uno contra el otro y aceptaríamos la realidad así como es, sin juzgarla”, dice Tea Falco en uno de sus diálogos como Olivia.
Con más de setenta años, el director italiano no es víctima del tiempo, logra dibujar los anhelos y fases primarias de la juventud en un largometraje íntimo y minimalista. Hospeda una reflexión sobre la sensibilidad y sus formas de expresión dentro de una cotidianidad caótica. Se trata de una invitación al goce, a la inmersión de los sentidos en un universo exigente y salvaje.
Bertolucci (El último Emperador, Pequeño Buda, Novecento y El último tango en parís) demuestra su capacidad creativa y señala una distinción temática entre relatos aprisionados de amor y producciones monumentales, casi históricas. De lo personal a lo colectivo, sin olvidarse del entorno social que enmarca a sus construcciones visuales.
Tú y yo es una odisea interna basada en la novela homónima de Niccolò Ammanitse y se presentó en el Centro Cultural Universitario, como parte del ciclo Retrospectiva Bernardo Bertolucci, que Filmoteca UNAM dedicó al cineasta.
Miriam Domínguez