La bella durmiente que despierta el alma de los objetos

Lo primero que el espectador de La bella durmiente, instalación del artista mexicano Martín Soto Climent, podría preguntarse es por qué una colección de objetos tan variados recibe ese nombre. Una puerta con la pintura raspada, un par de ventanas colgadas por aquí y por allá, un barandal de madera gastada, unos tacones viejos, una rosa marchita y una pata de conejo son sólo algunos de los elementos que encontramos enmarcados por este enigmático título.

Si quisiéramos encontrar algo en común entre todos ellos no habría otra cosa que su absoluta normalidad: ninguno de los elementos que constituyen esta muestra (salvo quizá la pata de conejo), es extraordinario. Algunos de ellos son tan cotidianos que hemos dejado de notarlos; dentro de las cajas de cristal que les sirven de marco, no obstante, se crea un ambiente como de ensueño. Pasan de su primitivo estado de trivialidad al de lo fuera de lugar, lo raro e inquietante. Por ahí podríamos empezar nuestra especulación.

¿Por qué un sencillo cubo de vidrio puede convertir un objeto particular en otra cosa? O mejor dicho, ¿por qué puede cambiar nuestra percepción sobre ella? Me aventuro a pensar que es porque el objeto se aparta del mundo natural y se enfoca, es decir, se vuelve antinatural y en él recae toda nuestra atención. Si esto es así, Soto Climent propone en La bella durmiente un re-paso por los terrenos de lo cotidiano para descubrir que en el día a día puede encerrarse algo diferente a lo vulgar: lo misterioso.

Así, esta superposición de elementos aleatorios se convertiría en una puesta en escena de lo que solemos ver en nuestros sueños: un montón de cosas que pertenecen al dominio de lo cotidiano, pero que en ese contexto no obedece a las leyes lógicas del ordenamiento y la utilidad. De esa manera, dejan de pertenecer al reino de las cosas concretas y determinadas por lo real para convertirse en visiones difuminadas de los sueños.

La bella durmiente, por paradójico que suene, busca que el espectador deje de estar dormido y despierte a la contemplación de las cosas comunes. El doctor Enrique González Martínez, poeta y nombre de la calle del museo que alberga esta instalación, sintetizó este mismo deseo en una inolvidable cuarteta: Busca en todas las cosas un alma y un sentido / oculto; no te ciñas a la apariencia vana; / husmea, sigue el rastro de la verdad arcana, / escudriñante el ojo y aguzado el oído.

Pedro Derrant

La bella durmiente se exhibe en el Museo Universitario del Chopo hasta el 7 de febrero. Consulta los horarios de visita en: www.cultura.unam.mx.