La estructura metálica que es el alma y sostén del edificio del Museo Universitario del Chopo fue fundida en la ciudad alemana de Oberhausen a principios del Siglo XX. De allá llegó a la capital mexicana en los últimos años del Porfiriato para ser la sede de la empresa comercial que la adquirió, pero las circunstancias y el paso de los años la convirtieron en el espacio cultural emblemático de la colonia Santa María La Ribera que es hoy.
En la historia de este inmueble se puede encontrar una parte muy significativa del intercambio comercial y los vínculos culturales que México ha tenido con Alemania en particular, pero también con otros países, asegura la historiadora Marcela Saldaña Solís, quien impartirá un curso sobre el recorrido transatlántico que realizó este armazón y su influencia en la arquitectura y la vida diaria de la zona en donde se encuentra.
“Lo que me interesa destacar es la propia historia del edificio, cómo y por qué se vino a México, y resaltar los vínculos de intercambio cultural que el país tiene no solo con Alemania, obviamente muy importantes en este caso, pero de manera global también”, explicó en entrevista la investigadora de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, previo al curso que se llevará a cabo los sábados 14 y 21 de octubre.
La especialista explicó que la estructura fue originalmente parte del pabellón de las empresas alemanas Gasmotorenfabrik (Fábrica de Motores de Gasolina) y Gutehoffnungshütte (Fundidora de la Buena Esperanza) para la exposición de Comercio, Industria y Bellas Artes de Düsseldorf de 1902. Acabado ese evento, la segunda vendió su edificio a la Compañía Mexicana de Exposiciones Permanentes, que lo trajo a nuestro país y lo armó con el propósito de usarlo como sede, pero esto nunca se concretó ya que la compañía fue disuelta en 1905.
“Es muy curioso porque este edificio se construyó para ser un pabellón de una exposición y aquí ha conservado su uso como museo. Es extraordinario que se conserve el espacio como fue creado. La concepción, pensada con grandes espacios para mostrar maquinaria de gran tamaño, sigue teniendo ese uso original”, comentó.
Tras la quiebra de la Compañía Mexicana de Exposiciones Permanentes el edificio fue adquirido por el gobierno de Porfirio Díaz y se utilizó como sede del Pabellón Japonés durante las fiestas del Centenario de la Independencia de 1910. Posteriormente se convirtió en el Museo de Historia Natural y, tras un periodo de desuso y abandono, en 1973 la UNAM lo recuperó para convertirlo en el Museo Universitario del Chopo. “Las exposiciones recurrentemente han estado en la historia de este edificio”.
Diseño benéfico
En cuanto a la arquitectura del inmueble, Saldaña Solís explicó que fue diseñado por el arquitecto berlinés Bruno Möhring, integrante del movimiento Jugendstil, que es lo que se conoce como art nouveau. “Él hizo puentes de hierro, estaciones de tren, y en este caso logró hacer un diseño con estructura metálica de hierro industrial pero aparente, o sea, lo deja exhibido, porque recordemos que en ese momento se utilizan muchísimo las estructuras de hierro pero todas se recubren, y este tenía estructura aparente”.
“Esto -continuó- es característico de esa época, la arquitectura con armazón de hierro, lo que es muy benéfico porque permite que las construcciones se realicen en un período muy corto, de seis u ocho meses, que es un tiempo impresionante para este tipo de construcciones de grandes espacios, grandes claros, porque no se utilizan tantos recursos materiales y se ahorra mucho en mano de obra”.
Durante el curso la historiadora destacará la relevancia social y cultural del edificio. “Lo más importante es reconocer que hay este vínculo con Alemania, que está proveyendo de estructuras metálicas, y que mucha de nuestra arquitectura proviene de allá. Me interesa también romper el mito de que México es completamente afrancesado y que nuestros referentes arquitectónicos provienen sólo de Francia. Hay que reconocer la variedad de intermediarios culturales que hemos tenido y que muchas veces no volteamos a verlos”.
Además de abundar en los puntos destacados del inmueble también se recorrerá la zona aledaña al mismo, en donde hay otros ejemplos de la arquitectura desarrollada cuando el país entraba a la modernidad. “El museo ha sido testigo de la historia del lugar, y en la actualidad aún tiene este sentido de integración comunitaria, eso es muy importante resaltarlo”.
El curso De Alemania a México: la historia del Chopo será impartido por la historiadora Marcela Saldaña Solís los sábados 14 y 21 de octubre de 12 a 15 horas en el Museo Universitario del Chopo. Las inscripciones se pueden hacer hasta el día 13 en la página chopo.unam.mx.
Nicolás Gamboa