La isla quiere decirme algo, de Eduardo Abaroa, y Exuvia, de Maximiliano Rosiles, son dos nuevas exposiciones del Museo Universitario del Chopo.
En la primera de ellas, Abaroa, artista visual originario de la Ciudad de México con tres décadas de trayectoria en la escultura, la instalación y la reflexión sobre arte contemporáneo, presenta piezas que creó entre 2018 y 2022, resultado de sus diferentes experiencias espaciales donde confluyen fuerzas físicas, psicológicas, simbólicas y perceptuales.
Exhibida en la Galería Rampas del recinto universitario, la exposición está constituida por tres ejes temáticos: Confinamiento, donde reúne dibujos influidos por la gráfica japonesa, la pintura china y el arte maorí y que, dicho por el mismo artista en entrevista, siguen ciertos patrones como son bases geométricas a partir de puntos, ondas y mangueras atravesadas por líneas; Trabajo de campo, en la que se proyecta el video que da nombre a la exposición y que realizó en su visita a la isla Kapiti, en Nueva Zelanda, una de las primeras reservas naturales del mundo; y Materiales, señales y registros, que se compone por esculturas y videos que enfatizan la materialidad de los procesos tecnológicos de comunicación en la actualidad.
“Divido la exposición en tres campos porque me interesa mucho el espacio en que vivimos. Aquí planteo que todos nosotros lo construimos y no es algo ya dado, pues va cambiando de acuerdo a nuestras vivencias. Quisiera que la gente que la visite abra un poco su percepción con respecto al espacio que ocupa y a los objetos que regulan éste”, comentó.
Abaroa propone nuevos imaginarios y explora, como lo hizo saber en la entrevista, espacios muy discordantes entre sí. En la confección de su obra reconoce la influencia del arte tradicional y, en especial en su escultura, la inspiración de los artistas situacionistas, “y sin embargo no se ve en ellas nada de situacionismo”. Él se concentra en lo que no puede parar de hacer, además de que el video y el dibujo lo obsesionan.
Muerte y renacimiento
Exuvia, del artista visual Maximiliano Rosiles, originario de Uriangato, Guanajuato, se trata de una instalación en la que se acomoda del techo al piso un conjunto de esculturas textiles como enormes gotas en suspenso y que en su interior guardan retazos de prendas de vestir, símbolo de lo que pierden y dejan en el camino los miles de migrantes que diariamente cruzan la frontera entre México y los Estados Unidos.
Desechos de tela y fragmentos textiles dan cuerpo a la pieza en la que el artista se vale de “materiales muertos para retomarlos y hacerlos vivir de nueva cuenta en una obra de arte”, como él mismo lo expresó en una breve charla luego de haberse inaugurado la exhibición.
“Mi trabajo es muy intuitivo, ya lo pienso después de terminado”. Al recorrer la instalación, comenta que la parte frontal representa un grupo de migrantes viajando juntos y a individuos que lo hacen en solitario. “La forma es abstracta pero son personas, y de igual manera son como serpientes, con ello quiero significar la muerte y el renacimiento”.
Algunos animales mudan de cubierta exterior o piel, y la que dejan atrás es la exuvia. Las esculturas representan en su conjunto el camino de los migrantes como cuerpos pesados, personas que además se ven afectadas emocionalmente por esos traslados obligados y riesgosos. Son migrantes que tienen que cambiar de piel para sobrevivir y enfrentar el estado de transición perpetua que experimentan en carne propia.
Maximiliano fue migrante a su corta edad, nunca se encontró a gusto en su residencia en los Estados Unidos, se sentía discriminado, invisibilizado. Regresó años después a su tierra natal, pero la violencia que se apoderó recientemente de Uriangato lo expulsó de nueva cuenta. Se refugió en la Ciudad de México, donde ahora con sus textiles, historia familiar y sus propios recursos creativos, entre ellos también la cerámica, la fotografía y el video, ya no pasa inadvertido, y desde la metrópoli pone en práctica el difícil arte de reconectar con su herencia mexicana.
René Chargoy Guajardo
Las exposiciones La isla quiere decirme algo y Exuvia se exhiben en el Museo Universitario del Chopo hasta marzo de 2023. Más información en cultura.unam.mx.