Mujer, la verdad se enreda como un plato de espaguetis invita al banquete de la cocina feminista

“Mamá: ¿qué seremos ahora?”, la hija pregunta. 

La duda sobre el ser abre territorio en la cocina, que es el territorio del tiempo. El tiempo del fogón. Ese tiempo femenino que otros llaman espera. 

Es ahí, en la cocina, donde las mujeres cocinan la vida íntima de la familia. Donde se refugian, crean, resisten. 

Y se repiten. 

Algunas, acaso, cocinan su venganza.

Pican, trozan, queman. Una violencia nutricia, necesaria, deliciosa. Tediosa. Viciosa, diría Sylvia Plath de su cocina del infierno. 

La cocina es el lugar donde vida y muerte hacen alquimia. Y donde la vida vence a la muerte, como los secretos al ser dichos. 

Hunden las manos en carne molida, juntan la pedacería, dan forma al amasijo. Un acto infinito que se reproduce en todas las cocinas del mundo. (Ese que Chantal Akerman llevó a la iconicidad en su videopieza de 1975, Jeanne Dielman). 

Callan. Picando y amasando, acallan voces espectrales. El sonido de la carne al amasar es un lugar seguro. Y la cocina es el lugar donde romper el silencio puede derrumbar el mundo. 

Hablan. Secretos y complicidades se comparten entre trinches y cuchillos bien controlados. Proporciones. La receta de la abuela -ese espectro- dicta el orden del mundo de los fogones. Ah, los secretos de la abuela. 

Esperan. Moldean el amasijo y lo someten al fogón, como un kintsugi hecho con huevo, para convocar a la mesa: esa conversación entre alimentos donde se hace el mundo.

¿Qué se cocina en la cocina?

Con la obra teatral Mujer, la verdad se enreda como un plato de espaguetis, la dramaturga Queralt Riera invita al banquete de la cocina feminista.

Su texto abre territorio, pues, con la pregunta por el ser, en el tiempo: ¿Qué seremos ahora? ¿qué mujeres seremos ahora? Es la voz de una niña. Una preadolescente que encarna un secreto familiar. Un amasijo de secretos.

La puesta en escena que dirigen Mariana García Franco y Diana Sedano arroja a la cara, a gritos, violencias que la cocina feminista ha denunciado con distintos grados de sutilidad –como Plath y Akerman, pero también Martha Rosler, Judy Chicago o Miriam Schapiro. 

La cocina como refugio, como espacio de poder y de resistencia. La cocina como liberación. Diría el psicoanalista Félix Guattari a propósito de la cocina de la clínica de La Borde para enfermos mentales, donde fue director: la cocina como cura. 

En la cocina que Riera abre para nosotros, la elocución cura. “Cuando la realidad se nombra, sólo queda hacerse cargo”, dice Diana Sedano.

Mujer es una producción original del 27 Festival Internacional de Teatro Universitario (FITU) de Teatro UNAM, en la cual participan las actrices Jimena Hinojosa, Priscila Rosado y Cossete Borges, con diseño de iluminación, escenografía y vestuario de Natalia Sedano y diseño de audio y multimedia de Francisco Javier Osorio.

La obra se presenta en el Teatro Santa Catarina del 28 julio al 14 de agosto, con funciones los jueves y viernes a las 20 horas, sábados 19 horas y domingos 6 de la tarde.

María Eugenia Sevilla

Mujer, la verdad se enreda como un plato de espaguetis es una obra dirigida por Mariana García Franco y Diana Sedano. Más información en cultura.unam.mx.