Algo pasó (la última obra) se estrena en México en una coyuntura que no podía ser más desafortunada y, a la vez, más oportuna: la invasión a Ucrania por las tropas rusas. Esta pieza escrita y dirigida por Thomas Köck, alemán, pone el dedo sobre la llaga de dos fenómenos que se vinculan: la desaparición forzada y el tráfico de armas.
La obra, que se presenta en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario, se estrenó en Alemania en 2021. Cuando el humo de la guerra en el Este europeo no era aún titular de los diarios del mundo, como lo fue el 24 de febrero pasado. Pero bien podría referirse a ese conflicto, que no es nuevo: es larga la historia de aquellas fronteras ensangrentadas, en la tensión de fuerzas estatales y paramilitares nacionalistas auspiciadas en la opacidad.
Una violencia que no es ajena a México, aunque aquí las disputas territoriales obedecen a otros motivos: las plazas del narco, en una guerra que hace tiempo dejó de ocurrir sólo en la frontera. ¿Quién alimenta a estas células violentas? ¿Desde dónde? ¿Quiénes ganan mientras millones desaparecen sin dejar rastro?
Se calcula que en México existen 97 mil víctimas de desaparición forzada, hombres y mujeres secuestradas o asesinadas que hacen la estadística de la violencia estatal o del crimen organizado –se explica en el texto al programa de este proyecto realizado por la compañía Bola de Carne en colaboración con Thomas Köck (dos veces Premio Mülheim de Dramaturgia), la directora y dramaturga Anna Laner y el músico Andreas Spechtl. Estadísticas que el texto del multipremiado autor, en parte documental, cruza con la bonanza demoledora de industrias alemanas de armamento. Empresas que, se explica en esta pieza, vendieron su producto a estados mexicanos.
Hablada en alemán y en español -con subtitulaje en ambos idiomas-, con un reparto mexicano y europeo, Algo pasó… analiza la desaparición desde una perspectiva política, pero también –alemana al fin- filosófica. Incluso psicoanalítica.
El discurso es fragmentario, pero circular. Sólo así cobra coherencia la pregunta por el principio con que los personajes nos sumergen en una habitación, un espacio límbico, una mente. La de un individuo o de un imaginario colectivo en donde todo lo que sucede –o no-, lo que se desea y lo que se olvida, lo que se interpreta o se malentiende, está ahí. Archivado en una serie de cajas que entran en un juego caleidoscópico de imágenes y movimiento en las que se comparten, construyen, deconstruyen y reconstruyen las historias, los fragmentos de memoria, de afectos, de percepciones…
“Desaparecidos”. Esa palabra que contiene la ausencia, el duelo, la muerte, la incertidumbre, el dolor, la agonía, el sinsentido, es el folder del archivero al que esta obra nos invita a pasar. Y al abrirse incita a pensar la palabra, esa cápsula del tiempo, de capacidad ilimitada, que habita también en la violencia de una lengua, desde su supremacía blanca, primermundista, eurocéntrica.
¿Quién decide dónde comienza y dónde termina un suceso? ¿En qué trozo del continuum de causas y efectos empieza una historia? ¿Quién decide qué se guarda en el archivo? ¿Qué permanece? ¿Qué rastros dejan las personas que desaparecen?
Gestada durante una residencia de trabajo de Thomas Köck en la Ciudad de México, en colaboración con miembros del colectivo teatral Bola de Carne, Micaela Gramajo y Bernardo Gamboa, Algo pasó (la última obra) cuenta con la participación de Andreas Spechtl –cantante, guitarrista y compositor del grupo Ja, Panik- y Daniel Primo, escenógrafo y diseñador de video.
Es una coproducción de Teatro UNAM con el Schauspiel Stuttgart, Théâtre National du Luxembourg y el Goethe-Institut Mexiko. Tras su estreno en Kammertheater Schauspiel Stuttgart, se presenta en temporada por primera vez en México hasta el 13 de marzo en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz. Funciones jueves y viernes a las 19:30 horas y sábado y domingo a las 12:30 y 6:30 pm. El cupo está limitado a 40 personas.
María Eugenia Sevilla