Pudiera parecer un drama de proporciones épicas, un transe dolorosamente serio o un trámite ridículo, sin embargo, la mayoría de los universitarios con aspiración a un título experimentamos este proceso. La tesis es inevitable. Para algunos, se convierte en un martirio, para otros, una obsesión como en el caso de Catalina Pereda, quien se enfrenta al problema burlándose de la tesis, de sí misma, cuestionando a la ópera, a la academia y perdiendo y encontrando su identidad dispersa entre las de diferentes personajes femeninos de ópera.
Su tesis de doctorado en canto, la primera de este tipo en México, se presenta en escena bajo el título Diálogos en soledad. La mujer frente a la máquina, escribiendo sobre mujeres sin nombre o con distintos nombres, que irremediablemente mueren en mitad de un aria sombría: esa es la tesis que se escribe a sí misma, se da forma poco a poco, casi imperceptiblemente y aparece ante nuestros ojos, en mitad del escenario. Mientras, afuera, la vida sigue.
Este es quizá el meollo del asunto. Mientras te enfrascas en la batalla por el título, atacas esa cantidad descomunal de información y textos, eres replicado por la academia; la vida sigue su curso. Puede sorprenderte a mitad de tu segundo capítulo, de improviso, o entre un punto y una coma, y cargarte con el peso innoble de la muerte, de la pérdida, del amor o la duda. Hay fantasmas que, por más que tratemos de dejar atrás, nos invaden, nos vigilan, nos acosan.
En este montaje, la cantante y autora Catalina Pereda, nos adentra en un viaje íntimo por su experiencia con el arte y su realización: literatura, ópera, teatro. Comparte también sus reflexiones relativas al ambiente académico universitario, el papel de la mujer en el arte, el proceso creativo, y fragmentos de su diario personal. Por otro lado, la directora Jesusa Rodríguez logra, a partir de elementos sencillos, crear un ambiente propicio y acogedor para la representación.
“Una cantante debería titularse cantando,” comenta la protagonista al respecto del surgimiento de su tema de tesis, y espera que su “monodrama musical” pueda ayudar a la gente a acercarse a la ópera y ésta a re-acercarse al teatro, que es, a final de cuentas, su origen primigenio. Esta no es la primera vez que Pereda monta una pieza de este tipo; el año pasado estrenó una ópera titulada Las cartas de Frida, que retoma las cartas de Frida Kahlo a diferentes personalidades y amigos para escribir arias en español.
Por desgracia, la ópera se cuenta entre las expresiones artísticas con menos apoyo en nuestro país, quizá por ser considerada demasiado compleja para nuestro gusto, y con este tipo de espectáculos se acerca al público en general de manera amena y atractiva. Sin embargo, aún queda demasiado trabajo por hacer, y espacios escénicos por tomar.
Eleonor González Roldán
Diálogos en soledad de Catalina Pereda se presentó en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón los días 12 y 13 de noviembre. www.cultura.unam.mx