“Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo”, grita a sus compañeros de clase, Pedro, un niño que lanza frutos podridos desde las alturas imaginarias de un ciruelo, en la adaptación teatral de la novela Nada, de Janne Teller.
El primer paso para realizar esta adaptación vino cuando las actrices Lila Avilés y Andrea Riera leyeron Nada. En ese momento, comenzaron a pensar en la posibilidad de llevarla a escena y se aliaron con la directora Mariana Giménez y con la dramaturga Bárbara Perrín Rivemar en el proceso para cristalizar el proyecto. Incluso en algún punto contactaron vía e-mail a la escritora danesa para pedir su asesoría.
“La novela tiene una fuerza universal increíble, que sin duda resultó algo urgente que decir a través de las palabras de Janne Teller”, explica Mariana Giménez, directora del montaje. En la adaptación, se fusionan 20 personajes que son interpretados por 6 actores y los nombres se castellanizaron, sin embargo, la puesta en escena es muy apegada a la novela con el fin de conservar las reflexiones planteadas en ella.
“Los personajes son adolescentes y creo que a esa edad, surgen las primeras preguntas relacionadas con una mirada desnuda del mundo, mismas que nos vamos a hacer a lo largo de nuestras vidas. Por eso es una obra no sólo para jóvenes sino también para adultos”, destaca Giménez.
Adaptación teatral de Nada
La versión teatral de Nada que se presenta en el Teatro Santa Catarina nos invita a revisitar Taering, el pueblito danés donde se sitúa el universo de Teller, para proponernos una mirada más íntima, en diálogo con la infancia de cada espectador.
Pierre Anthon, Agnes, Sofie, Henrik, Rikke-Ursula, Gerda y todos los adolescentes daneses del relato original se transforman en Pedro, Ana, Sofía, Ian, Enrique, Lucía y Jimena; niños que bien podrían ser alumnos de cualquier grupo de 6º C de una primaria mexicana.
El relato se expande, se contrae y redescubre una nueva forma en el desnudo foro del Teatro Santa Catarina, lo único que no cambia es la nada absoluta, elemento que irá a introducir la incertidumbre desde los labios del joven Pedro (Eduardo Abraham). A partir de la simple mención a la nulidad, Pedro logra que los valores, fetichismos, fantasías laborales, los sueños y todas las aspiraciones de sus compañeros de clase se tambaleen irremediablemente.
“Yo estoy sentado en la nada, que no es lo mismo. ¡Y mejor estar sentado en la nada que en algo que no es nada!”, truena la voz de Pedro desde el árbol lleno de ciruelos podridos.
Para contrarrestar el vacío irreductible que Pedro siembra en la cotidianidad de sus compañeros de clase, estos, liderados por Ana (Lucía Uribe), planean erigir dentro de una serrería abandonada, un monolito lleno de significado. El procedimiento comienza como algo sencillo, mero juego de niños, con la recolección de algunas fotos del recuerdo, flores marchitas, libros amados y una caña de pescar. Todo va bien hasta que las cosas comienzan a salirse de control.
En una narrativa oscura que no deja de traernos a la mente referencias de El guardián en el centeno, de J.D. Salinger, El señor de las moscas, de William Golding, o Eso, de Stephen King, los niños apilan un monstruoso montón de cosas y significados, al que incluso terminan de dar forma cadáveres humanos y sacrificios dolorosos. La obra de teatro rescata con mínimos recursos esa atmósfera de impureza y terror que crece con el montón de significados que los personajes acumulan.
“Se trata sólo de un niño muerto con madera a su alrededor, pensé, y miré el ataúd más pausadamente, ahora al pie del montón porque era muy pesado para subirlo”, exclama Ana mientras contempla un cubo blanco en medio del escenario.
Jorge Luis Tercero
Nada de Janne Teller se presenta del 17 de noviembre al 16 de diciembre en el Teatro Santa Catarina. En esta adaptación, actúan Eduardo Abraham, Lila Avilés, Pablo Marín, Andrea Riera, Lucía Uribe y Leonardo Zamudio. Para más información visitar www.teatrounam.com.