“Furibundo rey Shariar, déjame contarte un relato”, susurra la sombra detrás de la sombra. En un mundo anterior al que conocemos, en un sueño prestado o en cualquier poblado, actual o antiguo. No importa el sitio específico, el punto es que una mujer intenta detener a su brutal asesino y quizás lo logra:
La caja, la sombra y los títeres
La obra Shahrazad recupera la historia milenaria que sedujera a tantos escritores, entre los que se cuenta al argentino Jorge Luis Borges, a partir de una desafiante producción escénica en la que el texto del dramaturgo universitario, Christian Courtois, se mezcla con inquietantes marionetas y un sinfín de minucias visuales y juegos de cajas chinas.
Este retrato del encuentro entre la bella narradora oriental y el malvado Rey Shariar es reconstruido a partir de una gran caja desde la cual los actores van desplegando diversos recursos como un palacio de sombras, un navío de papel en un recipiente de vidrio, velas y detalladas pinturas del artista César Granados, entre las que destacan una muñeca que llora, un ojo que atestigua la muerte o una hermosa doncella envuelta en un manto.
“Es diferente trabajar este formato en relación al del teatro habitual, tienes que poner mucha atención en todo, no sólo en la parte actoral. La idea es que ni el actor ni el objeto compitan, sino que se integren en un todo. Lo que hace el actor es prestar su cuerpo y su voz para poder animar al objeto y darle vida. Es un trabajo muy artesanal”, nos comenta la directora de la puesta en escena, Gina Botello.
Un poco nerviosa después de la primera función, tras una odisea para llegar a Mérida, la directora nos contó que estuvieron a punto de perder en medio de la carretera la caja que contiene los materiales que son la esencia de su pieza. Material sin el cual, como las cámaras en la industria del cine, todo hubiera sido imposible:
“A fin de cuentas, el secreto de esta propuesta está en sus detalles; justamente el teatro de objeto tiene mucho que ver con el lenguaje cinematográfico y el de los cómics”, dijo.
La manta de los sueños se despliega y detrás de ella surgen las sombras, las sombras son otro relato, un cine que quizás habrá de ser olvidado, un exquisito cine del instante luminoso, un cine producido para no grabarse: eso es el teatro y el juego de las marionetas también.
La historia de una mujer sometida a la violencia del tirano surge de entre las sombras, todo es la excusa perfecta para contar un relato de valentía e imaginación, ese sistema perfecto, en palabras del autor de la pieza, Christian Courtois.
“Para mí la historia es sencilla: una mujer construye con palabras un caballo de Troya para engañar y jugar con la muerte. Un sistema perfecto. No queríamos contar la historia de cómo una mujer salva a un rey. No. La nuestra era la búsqueda de una respuesta a una pregunta: ¿Qué hace el rey por Sherezada? Le perdona la vida, se casan. ¿Fin de la historia? Vaya mierda de premio. Eso no nos interesaba. Justo allí es cuando el teatro de objetos se aparece ante nosotros como una pequeña lupa que nos ayuda a ver con detalle todas esas pequeñas sutilezas de las que están compuestas las grandes historias”.
Proyectos futuros
Para los interesados en este tipo de propuestas, Shahrazad de Caracola Producciones seguirá con algunas temporadas en el Museo de la Mujer y el Palacio de Minería después de la FILEY.
Las luces del gran recinto maya se prendieron, las actrices traídas desde el mítico DF agradecieron al público entusiasta. La manta desapareció, el rey y la mujer de ojos milenarios volvieron a sus cajas. La directora de la obra dice que no tiene nada más que agregar y con ese sutil gesto nos recuerda que la función-vida debe continuar y que los relatos milenarios, juegos de títeres y luces, perdurarán.
Jorge Luis Tercero
La pieza Shahrazad, obra de Caracola Producciones, presentada en el Gran Museo del Mundo Maya de Mérida, en el marco de la FILEY 2015, cuenta con el apoyo del proyecto Incubadora de grupos teatrales de la UNAM.