“Nunca empiezo un filme hasta que realmente lo siento en los huesos. Las relaciones con los paisajes, los personajes y la música. Tiene que estar todo”, compartió el cineasta Pawel Pawlikowski, ganador del Óscar al mejor filme de lengua extranjera en 2013 con la película Ida.
Reflexiones sobre la búsqueda de un actor o la improvisación que rebasa los guiones, surgieron en la plática que sostuvo Carlos Cuarón con el realizador polaco, en una sesión especial de la Cátedra Ingmar Bergman.
Ida cuenta la vida de Anna/Ida (Agata Trzebuchowska), una monja joven que antes de tomar sus votos se reencuentra con su único familiar vivo, su tía Wanda (Agata Kulesza), una solitaria mujer que ganó prestigio durante los primeros días del socialismo soviético en Polonia. A partir de tal encuentro, un secreto cambiará la vida de ambas: un funesto pasado devela el origen judío de la joven que se prepara para ser monja dentro de la religión católica.
Pawlikowski cuenta que encontró a la actriz de Ida en un café después de meses de buscar al personaje. La mayoría de los intérpretes que aparecen en el filme no son actores profesionales, consigna que el polaco tomó de su etapa como documentalista.
Reescribir y hacer pausas en el proceso de realización
En la conversación con Carlos Cuarón, Pawlikowski platicó sobre la génesis de sus primeras películas, como Twockers (1998) o The Stringer (1998), hasta sus trabajos más recientes como Last Resort (2000), My Summer of Love (2004), The Woman in the Fifth (2011) o Ida, su primer filme de ficción.
“Mis primeras películas tuvieron poca distribución. Lo bueno de hacer documentales y no ser muy famoso es que puedes cometer errores y nadie pierde dinero. Pude aprender bastante en esa época. Después del Óscar, todo cambia”, explicó el polaco.
Para Pawlikowski, más allá de la dificultad de encontrar dinero o hacer cine perfectamente apegado a los guiones, lo más importante es continuar con su camino y su estilo propio. “Siempre hay forma de hallar dinero, no creo que sea lo esencial. Tampoco creo en el fetiche del guión. Cuando hago cine, me gusta resolver las situaciones conforme me salen al paso”, señaló.
Reescribir mientras realiza una película y tener pausas para revisar el material son algunos de los lineamientos que el director se ha impuesto a la hora de trabajar. “Me tomo la libertad de reformar, tengo esa flexibilidad que viene de mi etapa de documentalista. En Summer of Love realicé varias pausas a lo largo del rodaje, para poder entender mejor lo que estaba haciendo, lo que funcionaba y lo que no”.
Nostalgia por la Polonia de los 60
Pawlikowski contó al público que muy joven, a los 14 años, partió de Polonia en busca de mejores oportunidades. Esto lo llevó a transitar por varias disciplinas y países antes de convertirse en cineasta. Estudió literatura, filosofía, fotografía y música en Inglaterra. “Fallé en muchas cosas antes y en cierto punto combiné todo lo que aprendí para hacerme cineasta”.
Las imágenes del realizador polaco nos remiten al cine de Bresson y Tarkovski, en las que, como se aprecia en Ida, se devela una búsqueda del pasado perdido. Pareciera que de alguna forma Pawlikowski intenta reconstruir la Polonia de su infancia desde el cine: “Siempre que regreso a Polonia, intento reconstruir los paisajes de mi niñez. Es algún tipo de nostalgia. Creo que se debe tener un buen instinto para reconstruir la Polonia de los 60 y me queda claro que esa década aún se esconde por ahí, en todas partes, sólo hay que saber encontrarla”.
Distinción de lo literario y lo cinematográfico
Desde la perspectiva de Pawlikowski, el filme funciona al separar lo cinematográfico de lo literario, dos sustancias que se tornan incompatibles como agua y aceite, en pos de la última forma audiovisual que se concreta en el cine. “Quiero liberar al cine de la mala literatura. Muchos de los guiones que se escriben para cine son pésimos y son además mala literatura”.
Carlos Cuarón destacó el dinamismo de la cámara en los trabajos previos de Pawlikowski, en contraste con el uso de la cámara fija en Ida, a lo que el realizador agregó: “Ida es una película de tipo contemplativo. No me gusta mostrar demasiado, sino sugerir más. Lo de mover la cámara o no, es parte de esto, al igual que la necesidad de romper un poco con la continuidad de las tomas”.
Jorge Luis Tercero