200 años de la génesis del padre de todos los monstruos: Frankenstein

El año de 1816 estuvo lleno de vaticinios, la erupción del monte Tambora creó un fenómeno natural denominada como el año sin verano, excelente escenario opresivo para que un grupo de escritores, entre los que se encontraba la joven Mary Shelley, se encerraran en Suiza, en Villa Diodati, para realizar enloquecidos experimentos literarios. O quizá así es como la literatura nos regresa, a la distancia, el producto de aquellas misteriosas veladas y tertulias encabezadas por Lord Byron, el médico John William Polidori y el poeta Percy B. Shelley.

A 200 años del nacimiento del padre de todos los monstruos, el Frankenstein de Mary Shelley, se reunieron los escritores Rosa Beltrán (Mary Shelley), Hernán Lara Zavala (P. Shelley), Vicente Quirarte (Lord Byron) y Bernardo Ruiz (W. Polidori) para reconstruir la génesis literaria, el ritual donde el enloquecido doctor Victor Frankenstein logró apoderarse de la chispa de la vida.

En una emotiva representación dentro de la Sala Carlos Chávez, los escritores reconstruyeron con sus gestos y voces aquel legendario reto lanzado por Lord Byron a sus amigos, en pos de crear la historia más terrorífica jamás leída. Situación de la que emergieron dos pesadillas, en primer lugar, el relato El vampiro, de Polidori y, por supuesto, Frankenstein, el moderno Prometeo, de Mary Shelley, hija de la escritora feminista Mary Wollstonecraft y la primera hija del filósofo, novelista y periodista William Godwin.

Antes de dar rienda suelta a las voces de los escritores románticos, un actor caracterizado de la creación de Frankenstein anunció las tres llamadas. Posteriormente, Roberto Coria, moderador de la velada, presentó a los escritores y dio la bienvenida a la lectura del cuento “Diario de Villa Diodati”, de Vicente Quirarte, como aperitivo para producir la atmósfera adecuada entre los presentes.

Monstruos y creadores

“Me confieso ególatra y soberbio. Monstruos somos los que aspiramos a la eternidad y la grandeza”, declara Vicente Quirarte, al representar al inmortal Lord Byron.

“Yo, George Gordon Byron, sexto barón de Byron, amigo de Satán y retador del cielo voy a vivir para siempre. Como otros grandes, puedo arrasar, conquistar, pasar por encima de todas las convenciones… acabar con la vida para ser digno de ella”, hablaba el escritor mientras declaraba bajo la luz clara de los reflectores, que el poeta debe arder como hoguera, iluminar como ella o morir en el intento, porque según el propio Byron /Quirarte, en su absoluta arrogancia soñadora, el miedo a no tener miedo ocasionó el nacimiento del monstruo.

Llegó el turno de hablar al poeta ateo Percy Shelley, en voz de Lara Zavala, quien se anunció como el travieso Ariel o el tenaz Prometeo: “El loco o el ateo. Soy todos y nada”. El personaje recordó sus travesías como joven rebelde que en medio de la vida universitaria se dedica al ocio puro y a la poesía sagrada. Una época en la que se encontraba “simple y llanamente lleno de metáforas y metafísicas. Dispuesto a enfrentar las más inverosímiles batallas”. Y después de eso, Shelley se posó en el recuerdo de su encuentro con la inolvidable Mary.

Tomó la palabra el escritor Bernardo Ruiz en el papel de John W. Polidori, éste habló de su enfermiza relación con Lord Byron, quien siempre se quejaba de su escritura, la rivalidad con Shelley y su profundo amor y respeto por Mary.

Para sellar el conjuro, vino el turno de Rosa Beltrán como Mary Shelley, quien en aquel oscuro verano de 1816 tan sólo contaba con dieciocho años de edad. “Lo recuerdo ahora, mucho tiempo después, desde la dimensión en que estoy, reproduciendo lo más fielmente posible aquel verano terrible, tanto que ustedes creerán en este momento que estamos ahí. Diré lo que me venga en mente sin importar lo que piensen estos tres caballeros que están aquí. La vida no sólo ocurre en una dimensión y no sólo ocurre una vez, está ocurriendo todo el tiempo”, dijo Beltrán en su papel de Mary Shelley.

En voz de la escritora mexicana, Shelley evocó su recuerdo más nítido sobre Villa Diodati, el fantasma sensorial de un clima, un paisaje y un miedo profundo que siempre tuvo: “La reunión con Byron y sus amigos no me parecía ideal porque siempre tuve miedo; no miedo al más allá y a los fantasmas, a todo eso con lo que ellos jugaban y cuyo temor adjudican a las mujeres. Yo tenía un miedo real, concreto. Ellos se divertían para asustarse con teorías extrañas, con cuentos malignos sobre seres míticos… eran niños jugando a meterse miedo dentro de sus historias de aparecidos”, rememoró Mary en torno a las reuniones en las que surgió la pesadilla y después el monstruo hecho literatura.

Jorge Luis Tercero

La representación El nacimiento del monstruo estuvo dirigida por Eduardo Ruiz Saviñón y próximamente estará disponible en Descarga Cultura. UNAM.